05 de Abril de 2019
[Por: Pedro Pablo Achondo Moya]
En su libro “Hiperculturalidad”, el filósofo coreano Byung-Chul Han utiliza la categoría de lo “híbrido” para referirse a la cultura. No es idea de él, pues son varios los filósofos, entre ellos Hegel, quienes llegan casi a decir que la hibridez constituye la condición humana. Todos somos mezclas de otros, de muchos, de varios. No solo cada persona, sino también su cultura, su lengua, sus costumbres, su ethos. Somos una suma de memorias, de historias, de pesares, de sueños, de luchas y de pequeñas cosas cotidianas que se nos van quedando. Todo ello nos construye y constituye. También en la vida eclesial. Desde la teología se nos enseña que hay una variedad de “eclesiologías”, que ellas han ido cambiando y mutando de acuerdo, justamente, a las culturas, lenguas y formas de entender y pensar la realidad. Sin duda. Y sin duda, la cristiandad intentó, con tremendo esfuerzo, organizar esta variedad, uniformizándola. Creyendo que restando hibridez aumentábamos la comunión…
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