Creo en un Dios complicado

29 de Marzo de 2019

[Por: Eduardo de la Serna]




Hace ya muchos años estábamos dando un curso con el querido Orlando Yorio. Él se sintió amenazado en su vida, pero no quería faltar a su charla. Me peleé con él: “Andate, yo doy tu parte…no será igual, pero argumentamos un problema de último momento, pero ¡vos tenés que cuidarte!”. Se resistió, pero finalmente aceptó (incluso, supe después, que se sintió cuidado o acompañado en mi actitud). Estaba preparando la parte de Orlando cuando recibí una llamada desde Mar del Plata. Una amiga, de esas que son hermanas elegidas y que te comprometen el corazón, estaba muy grave. “Venite ¡ya!”, me dijeron. Intenté una excusa y la respuesta fue, “si te demorás, a lo mejor no la puedas ver”. Así que saqué boleto urgente. De la charla salí corriendo para la costa. Y en el autobus le decía a Dios: “-Mirá, yo sé que vos no podés hacer nada, que no intervenís… pero sí sé que podés llenarla de paz, de serenidad, de vida”. Mi amiga vive, y si bien cambiaron muchas cosas en su historia, ella vive. Y lo celebro…

 

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