Conspiración a servicio de la vida

06 de Marzo de 2019

[Por: Marcelo Barros]




Para los cristianos, esa debe ser la razón para celebrar la Cuaresma y la Pascua. Participar en la corriente de la fe es como entrar en la compañía de personas que conspiran contra el perverso sistema de ese mundo. 

 

En Brasil, el gobierno de extrema derecha tiene una red de espionaje para vigiar a obispos católicos que van a reunirse en Roma para un sínodo sobre la Amazonia. El gobierno, siervo del imperio, podría tener razón al ver la acción de los obispos como riesgo para el sistema. Una Iglesia verdaderamente cristiana debería ser una "conspiración de testigos". Ella debe ser profecía de que la Vida es victoriosa sobre la muerte y sobre los proyectos sociales y políticos que amenazan la humanidad y la naturaleza.

 

Si creemos en la resurrección, necesitamos experimentar vivir en insurrección contra el sistema injusto, empezando, en nosotros mismos y en las relaciones sociales, un modo de vivir nuevo y transformador. No deja de ser contradictorio encontrar cristianos, ministros y pastores/as que piensan Dios como poderoso de derecha, celoso de sus privilegios y legitimador injusticias. En la Amazonia brasileña, un joven afirmó al obispo Pedro Casaldália (92): “Yo soy ateo”. Y Pedro le respondió: “De cual Dios tu eres ateo? Dependiendo de cual sea ese dios yo también soy”. De hecho quién es discípulo de Jesús solo puede ser ateo del Dios cuyo nombre está en la cédula de dólar y en paredes de un banco brasileño. 

 

El Concilio Vaticano II (1964) afirmó: Dios no quiso salvar las personas cada una por si, sino congregando todas en un pueblo nuevo. La salvación es personal, pero se expresa y es vivida comunitariamente. 

 

En toda América Latina y Caribe esa forma de comprender y vivir la fe debería hacer de las Iglesias una fuerza de apoyo y profundización de los procesos sociales y políticos que visan la liberación de los oprimidos, una más grande igualdad y justicia social. En Venezuela, el proceso bolivariano no es solo una forma de gobierno. Es un camino que viene de las comunidades de base, de las etnias indígenas y negras. Así también la Revolución Ciudadana en Ecuador, la Revolución Indígena en Bolivia, el verdadero Sandinismo en Nicaragua y el movimiento por la independencia de Puerto Rico. Lo que está en juego es la vida, la dignidad y la liberación de nuestros países. Eso es expresión de una nueva Pascua del universo, más allá del Cristianismo y de las religiones. Es la energía del Espíritu presente en todo que lleva la humanidad a vivir desde ahora un nuevo mundo posible.

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