05 de Noviembre de 2010
El discurso eclesiástico sobre la mujer ha constituido en occidente un fundamento indispensable para reforzar un orden social patriarcal que, si bien no ha sido creado de la nada por el cristianismo, ha sido alimentado y consolidado por las teologías cristianas durante siglos. Las mujeres y la reflexión teológica se han convertido en algo aparentemente incompatible y de hecho, en un orden social y eclesiástico patriarcal a las mujeres se les ha negado su condición de sujetos teológicos. A pesar de que Jesús de Nazaret llamó a las mujeres a un discipulado de iguales muy pronto comenzaron a establecerse y reforzarse dentro de la comunidad cristiana límites y exclusiones para el apostolado de las mujeres y su participación en la predicación, los ministerios, la enseñanza y la teología. María del Socoro Vivas Albán
El discurso eclesiástico sobre la mujer ha constituido en occidente un fundamento indispensable para reforzar un orden social patriarcal que, si bien no ha sido creado de la nada por el cristianismo, ha sido alimentado y consolidado por las teologías cristianas durante siglos. Las mujeres y la reflexión teológica se han convertido en algo aparentemente incompatible y de hecho, en un orden social y eclesiástico patriarcal a las mujeres se les ha negado su condición de sujetos teológicos. A pesar de que Jesús de Nazaret llamó a las mujeres a un discipulado de iguales muy pronto comenzaron a establecerse y reforzarse dentro de la comunidad cristiana límites y exclusiones para el apostolado de las mujeres y su participación en la predicación, los ministerios, la enseñanza y la teología. María del Socoro Vivas Albán
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