20 de Enero de 2019
[Por: Marcelo Barros]
Puede parecer sin importancia, pero la asamblea general de la ONU proclamó 2019 como ano internacional de los idiomas indígenas. Esa decisión tiene como base la convicción de cómo el cuidado de preservar e incentivar el uso de las lenguas indígenas es fundamental para la valoración de las culturas y la autoestima de estos pueblos.
Según la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y Caribe), en el continente latinoamericano hay cerca de 45 millones de indios y indias, organizados en 826 comunidades. Eso representa 8,3% de la población latinoamericana.
En todos los países, los pueblos indígenas tienen una historia de persecución y gran sufrimiento. En algunos países, los indios fueron asesinados y considerados extinguidos. Sin embargo, en décadas más recientes, comunidades consideradas desaparecidas se revelaron vivas y han retomado su cultura original y buscan sus derechos colectivos. La ONU reconoce estos derechos y cada vez más una gran parte de la sociedad toma conciencia de que reconocer a los indios estos derechos hace bien a toda la humanidad. En Bolivia y Ecuador, en las nuevas constituciones, estos países reconocen las naciones indígenas como grupos autónomos, unidos a todos los ciudadanos en una patria pluralista y formada por muchas etnias.
Aunque desde los años 90, la ONU haya firmado pactos y compromisos de protección a los pueblos indígenas, en diversos países nuestros, sus derechos a la tierra y a su autonomía cultural no han sido reconocidos.
En Brasil, el nuevo presidente comparó los territorios indígenas con parques zoológicos. En esa nueva realidad brasileña, parece abrirse la temporada de caza a los pueblos indígenas. Como reacción, los pueblos indios y la parte más sana de la sociedad brasileña están unidos en la defesa de los derechos humanos de indios y no indios.
Los movimientos sociales saben que el Bien vivir o el buen vivir es la propuesta cultural de muchos pueblos indios que puede unir toda la humanidad en un modo diverso de convivencia entre los humanos y comunión con la madre Tierra y la naturaleza.
El bien vivir propone considerar que el bien común debe ser buscado más que solo el bien estar individual y la colaboración entre las personas debe substituir todas las relaciones de competición. Las comunidades cristianas creen que esa forma de vida enraizada en el bien vivir es acá y ahora un inicio de lo que la Biblia llama de “reino de Dios”, o sea el proyecto que Dios tiene para el mundo. Es importante que seamos testigos de que ese nuevo modo de vivir es posible y urgente.
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