Los difíciles caminos de la esperanza

03 de Enero de 2019

[Por: Juan Manuel Hurtado López]




A principio de año es válido preguntarse sobre las expectativas que se abren en nuestro país y en el mundo. ¿Hay posibilidades de un cambio real en la situación de nuestro país tan lastimado? ¿Hay posibilidades de avance? ¿Cómo podríamos afrontar los grandes retos y desafíos que nos presenta la realidad actual?

 

Como siempre, las expectativas están íntimamente ligadas al observatorio desde el que miramos, a la dirección que imprimimos los que vamos guiando la pequeña o gran parte de nuestra historia que nos toca hacer. Al principio del milenio dijimos que estábamos en otra época, que lo que ocurre hoy en el mundo no puede ser interpretado con los mismos parámetros que en épocas pasadas. Pero al mismo tiempo hablamos de mantener vivos los principios, las convicciones. 

 

En México acabamos de iniciar nuestra vida política con un nuevo gobierno, al frente del cual está el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Para amplias capas de la sociedad mexicana esto representa la esperanza de un cambio, sobre todo en lo que toca a la violencia, la corrupción, el acaparamiento de los recursos, al ejercicio de la justicia, la preocupación por los pobres. Todas estas expectativas están en el horizonte como posibilidad, y el pueblo espera que muchas de ellas se cumplan, aunque no sea al cien por ciento.

 

También, el día primero de enero apareció la voz siempre crítica del EZLN respecto de los cambios que quiere impulsar el nuevo Presidente de la República. Con este panorama, vemos que los caminos de la esperanza en nuestra historia son difíciles, presentan verdaderos desafíos a toda la población.

 

Lo que sí es cierto es que no podemos hablar de que un cambio de sistema sea fácil, y menos aún, de que un hombre solo en el gobierno lo va a poder llevar a cabo. Tampoco esa es su pretensión. 

 

En su discurso de toma de posesión, el Presidente López Obrador dijo que su plan de gobierno era la honestidad, la verdad, que quería acabar con la corrupción. Para los cristianos, que tenemos como norma de comportamiento el Evangelio, el valor de la honestidad es profundamente evangélico. Si se avanza en honestidad en la vida pública de nuestro país, mucho se estará haciendo por el bien de todos, ya que muchas de las injusticias y violencias de nuestro país tienen su origen en la corrupción de personas e instituciones. Pero creemos que la honestidad como principio de vida, debe ir acompañado del cambio de estructuras económicas, políticas y sociales, y aquí está el otro gran desafío al que ningún gobierno en las últimas décadas ha podido hacer frente. Desde aquí se entiende la gran reserva y crítica que mantiene el EZLN respecto de las propuestas anunciadas en el plan de gobierno.

 

Pero, para ser honestos, hay que decir que en el corto plazo no existe a nivel nacional otro sujeto capaz de transformar el actual sistema capitalista neoliberal. El camino entonces es ir construyendo poco a poco la esperanza del cambio y ahí todos podemos aportar desde nuestras trincheras.

 

Construir una historia nueva es responder a posibilidades concretas que vamos encontrando. A principios de este año son nuevas las posibilidades que tiene nuestro país. En este terreno es esclarecedor el pensamiento del filósofo Ignacio Ellacuría. Él dice que para que algo que sucede se convierta en un hecho histórico, es preciso que lo asumamos mediante una decisión personal y entonces se convierte en un suceso que puede ser ya una posibilidad real en la historia, una posibilidad real de futuro. Para que haya historia tiene que haber una actualización de posibilidades concretas.

 

Lo que la historia entrega son formas de estar en la realidad y esto sólo es posible si se entiende la historia como proceso. Lo que fue ya no es, ya pertenece al pasado, pero no equivale a la nada. El pasado permanece en el presente como forma entregada de estar   en la realidad. Desde ahí, cada persona busca su propia manera de estar en la realidad y así se va haciendo la historia.

 

La historia entrega un poder, una forma de estar en la realidad, no una necesidad fija. Desde aquí se abre la libertad de la opción personal. Hay cosas que ya están determinadas como el clima, el lugar donde nacimos, el tiempo en el que nacimos, la familia en la que crecimos. Pero todo lo demás que acontece en nuestra historia son posibilidades que se abren y se ofrecen a nuestra libre decisión de asumirlas o dejarlas pasar.

 

Y aquí tocamos el punto de la capacidad del ser humano. Para que algo se convierta en posibilidad real que le ofrece la historia, no basta que el hombre pueda hacer por su capacidad que tiene: por ejemplo el hombre puede caminar, puede hablar, puede viajar. Por el contrario, aquí capacidad se refiere a que el hombre opte por esa posibilidad real que le ofrece la cadena de sucesos. Sólo mediante esa opción personal un suceso se convierte en una posibilidad real en la historia. Y ésta ya es una manera diferente de situarse en la historia.

 

Entonces, son dos cosas importantes: entregar formas de estar en la realidad y actualizar esas formas de estar en la realidad, cosa que acontece mediante una decisión personal del sujeto. Estas son dos notas esenciales de la historia1.

 

En la nueva coyuntura que estamos viviendo en este año 2019, podemos preguntarnos con Ellacuría ¿Cuáles son las formas de realidad que nos han sido entregadas y cuáles representan para nosotros una posibilidad real de cambio a favor de los más pobres? Creo que para la lastimosa situación que vive hoy nuestro hermano país de Brasil, estas reflexiones también pueden arrojar luz, dado su pasado reciente de preocupación social de parte de los últimos gobiernos. El pasado permanece en el presente como forma entregada de estar en la realidad.

 

Cita

 

 ELLACURÍA, Ignacio,  ELLACURÍA, Ignacio, FILOSOFÍA DE LA HISTORIA. UCA EDITORES,2007, pág. 528

 

 

Imagen: https://elmisericordioso.me/la-esperanza-confiar-en-dios/ 

 

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