Mujeres por la democracia

07 de Noviembre de 2018

[Por: José Neivaldo de Souza]




Hay una frase atribuida al dramaturgo francés Paul Claudel que dice: "La mujer será siempre el peligro de todos los paraísos". Varias cosas me llamaron la atención en este período de elecciones, pero una de ellas quedó fuertemente marcada en la memoria del pueblo brasileño: es el Movimiento de Mujeres contra el Fascismo. En todo el mundo hay movimientos de resistencia a todo aquello que disipa el machismo, la misoginia, la homofobia y el racismo. En Brasil esta reacción tomó las calles de las capitales oponiéndose al discurso de preconcepto y odio a las minorías representado por el candidato a la presidencia de la república Jair Messias Bolsonaro.

 

Si analizamos la situación de la mujer brasileña veremos que hay mucho para conquistar. ¡No es victimización! Es cuestión de conquistas de derechos en el mundo del trabajo y en la vida familiar. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres están en desigualdad, en relación a los hombres, en el acceso a empleos de calidad, de mejores salarios y oportunidad de trabajo. Esta realidad afecta principalmente a la población negra. También la violencia y el feminicidio, según los datos de la Secretaría de la Seguridad Pública y de la Paz Social, es una triste realidad, pues sólo en 2018 el número de víctimas ha aumentado de manera alarmante. La voz de estas mujeres resonó en las voces de miles que salieron a las calles resistiendo a las formas de injusticia y desamor.

No es de hoy que la mujer reivindica un lugar en la sociedad y en el mundo. La búsqueda por su inserción es histórica. 

 

La antigua Grecia, cuna de las democracias, se servía de una estructura de opresión. La sociedad se configuraba de forma desigual. Los esclavos, niños, extranjeros y mujeres no eran contados entre los que ejercían los derechos civiles, los hombres libres o ciudadanos. Con ello, caracterizaba un gran obstáculo en el desarrollo de las libertades y de las virtudes como justicia y amor. En relación mujer, si ella buscaba ser libre sería considerada fugitiva; si se atrevía a pensar sería revuelta. Con todos los obstáculos impuestos a la mujer, aún así ella tuvo su papel en la construcción de la sabiduría griega.

 

Con la democracia helénica nace la Filosofía. Esta es bien acogida entre los aristócratas preocupados por la ética, la justicia, la verdad y el amor. Sócrates fue fundamental en este diálogo haciendo entender que la ignorancia, a pesar de ser la mayor enemiga de la democracia, es el punto de partida para toda sabiduría. Su método además de relacionar conciencia crítica y política, facilita la inserción de lo femenino en una cultura marcada por el machismo y el racismo.

 

Sócrates rescata dos figuras importantes en su vida: la madre y una sacerdotisa de Mantineia. Al llamar "mayéutica" su método filosófico, el maestro recuerda a su madre, una partera que ayudaba a las mujeres a traer a luz a su bebé. Como ella, Sócrates ayudaba a los interlocutores a traer a la luz nuevos conocimientos. En el banquete de Platón, al oír de sus interlocutores sobre lo que es amar, Sócrates expone lo que oyó de la vidente de Mantineia: el amor se presenta en tres etapas en camino de la Belleza. Primero: mientras que eros él inicia su trayectoria en la belleza de los cuerpos; siguiendo su destino, el amor evoluciona transformándose en filos, en el coraje de actuar en favor de las amistades y de la solidaridad a los que sufren; por fin, el amor se funde a la Belleza ideal, incomprensible a los sentidos y accesible al espíritu. 

 

¿Cómo saber en qué etapa nos encontramos en el amor y en la búsqueda de la Belleza? Para Sócrates, es en la dimensión de lo femenino que podemos percibir y sentir que un nuevo ser es generado en nosotros y nos despierta para la belleza del amor. Toda noción sobre el amor y la justicia, en el mundo occidental, tiene en la base una filosofía cuyas enseñanzas se originan de una partera y una vidente. 

 

 

La imagen de las mujeres, recorriendo las avenidas y plazas, rechazando toda clase de prejuicios, en la búsqueda de una nueva sociedad, me hace pensar en el lado "femenino" de Sócrates. Una sabiduría que se impone a la idiota de una sociedad cuyos hombres, principalmente los que dominan por la fuerza y la ley, construida a su favor, deciden todo en relación a los más débiles: mujeres, LGBTs, negros e indios. Leí un pensamiento, no sé dónde, que decía: "es necesaria una mujer sabia para dominar a un idiota". El movimiento de las "Mujeres contra Bolsonaro", estoy seguro, traerá a la democracia un nuevo amanecer de tolerancia y respeto a las libertades. ¡Paul Claudel tenía razón! La mujer es, de hecho, "el peligro" de todos los paraísos, principalmente aquellos que intentan callar el amor.

 

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