Monseñor Óscar Arnulfo Romero: Lo más significativo que vivió, escribió y dijo antes de su martirio

18 de Octubre de 2018

[Por: Pablo Richard]




Canonización viene de la antigua palabra griega “kanon”, que significa criterio de discernimiento, norma, para distinguir entre lo verdadero y lo falso.  Semejante como el “kanon bíblico” define cuales son los textos bíblicos inspirados por el Espíritu Santo y que como tal están en las Sagradas Escrituras.  

 

Mons. Romero, al ser canonizado, no sólo se declara como legítimo el culto a San Oscar Arnulfo Romero, sino que también llega a ser un canon de santidad. Todos y todas debemos ser humanos y cristianos como Santo Oscar Arnulfo Romero. Canonizado es declarado nuestro canon de santidad. 

 

Recordamos sus últimas palabras en la homilía del domingo 23 de marzo en la catedral. Son las palabras proféticas que lo hicieron mártir y santo: “Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército, y en concreto a las bases de la guardia nacional, de la policía, de los cuarteles. Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: NO MATAR... Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios... Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla... Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado... La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre... En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión! “

 

7 DE MAYO DE 1979: AUDIENCIA CON EL PAPA

 

“A las doce y veinte minutos fui recibido en audiencia privada por el Santo Padre. Sentado en su mesa de escritorio, me ofreció también una silla. Me dijo que me pusiera el solideo que yo me había quitado y llevaba en la mano. Comenzó a preguntarme por la situación del país. Le invité atentamente a que siguiéramos el memorándum que llevaba escrito, a lo cual él accedió gustoso. Comenzamos a leer y yo le iba sacando los documentos. Cuando saqué el folder de las informaciones extranjeras sobre la situación del país se sonrió viendo que era un volumen muy grueso y que no habría tiempo de ver. 

 

Confesó que es muy difícil una labor pastoral en el ambiente político en que me toca actuar. Recomendó mucho equilibrio y prudencia, sobre todo, al hacer las denuncias concretas, que era mejor mantenerse en los principios, porque era riesgoso caer en errores o equivocaciones al hacer las denuncias concretas.

 

Me recordó su situación en Polonia, donde tuvo que hacer frente a un Gobierno no católico y con el cual había que desarrollar la Iglesia a pesar de las dificultades. Le dió mucha importancia a la unión del Episcopado. Volviendo a recordar su tiempo pastoral en Polonia, dijo que éste era el problema principal, mantener la unidad Episcopal. Le aclaré también que yo era lo que más deseaba, pero que tenía en cuenta que una unión no tiene que ser fingida, sino sobre el Evangelio y la verdad.

 

VIERNES, 18 DE MAYO DE 1979

 

“Monseñor Rivera me sorprendió gratamente y con él conversamos sobre el documento secreto de una denuncia de cuatro obispos contra mí, en el cual, ante la Santa Sede, me denuncian hasta de asuntos de fe, de politización, de una pastoral con bases teólogicas falsas y un conjunto de acusaciones que ponen completamente en entredicho mi Ministerio Episcopal. A pesar de lo grave, he sentido mucha paz”.

 

DOMINGO, 22 DE JULIO DE 1979

 

“En la Misa de ocho, empecé mi homilía con un saludo a Nicaragua ya que en esta semana realizó el principio de su liberación al botar al régimen del general Anastacio Somoza e instalarse la nueva Junta de Gobierno”. 

 

JUEVES, 16 DE AGOSTO DE 1979

 

“A las once celebré en Chalatenango con las comunidades de aquella cabecera de la Vicaría y con los seminaristas y todos los sacerdotes y religiosas. Pero antes de llegar a la Misa, un retén del Ejército me hizo bajar del carro, examinarme como cualquier sospechoso, y se nota que hay un afán de lucir su prepotencia frente a la Iglesia. También durante la Misa hubo mucha vigilancia de parte de los militares, ¡que Dios los perdone!”.

 

SÁBADO, 18 DE AGOSTO DE 1979

 

“Después de Misa, fui al cantón Los Sitios, del Dulce Nombre de María, donde celebraban la fiesta del maíz. Un retén militar a la entrada del pueblo hizo el ya consabido cateo, en que no respetan la presencia del Arzobispo que va a visitar al pueblo que le toca visitar por razones de su Ministerio y sospechan hasta el punto de examinar todas las cosas que se llevan en el carro. ¡Dios los perdone y los ilumine!”. 

 

VIERNES, 24 DE AGOSTO DE 1979

 

“En el río Sumpul nos recibe un retén compuesto por la tropa de Chalatenango y agentes de la Policía Nacional. Nos hicieron descender, íbamos los sacerdotes de Chalatenango, algunas religiosas y yo. Nos detuvieron bastante, tuvimos paciencia y después de nuestro registro, seguimos adelante. Al llegar al pueblo de Arcatao, un fuerte contingente de Guardia Nacional nos hizo nueva detención. Por primera vez, me hacen poner las manos sobre el carro y me registran. Registran a todos”. 

 

JUEVES, 13 DE SEPTIEMBRE 1979

 

“Los periódicos de la mañana, Diario de Hoy y La Prensa, presentan en una página entera la homilía de Monseñor Aparicio en San Vicente, el domingo recién pasado. Es una tremenda condenación de los sacerdotes, a los cuales él dice que no puede defender y casi los acusa y los expone a un asesinato; diciendo que los sacerdotes que fueron matados, fueron purgados por la misma izquierda y que hay sacerdotes comprometidos con la izquierda que no pueden retroceder sin que los maten”. 

 

LUNES, 21 DE ENERO 1980

 

“Esta mañana, tuve reunión con el Senado Presbiterial para continuar y poner al día nuestro análisis sobre la situación del país y, sobre todo, para ver la actitud que, como Iglesia, debemos de tomar en la Arquidiócesis. Se expuso cómo hay en el ambiente una psicosis, como si todos esperaran próxima una guerra civil. La manifestación que han anunciado para mañana las Organizaciones Políticas Populares, ha causado mucha impresión y la expectativa casi equivale a una espera de la guerra civil”. 

 

JUEVES, 14 DE FEBRERO DE 1980

 

“Me fui a Domus Marie, me reuní, como lo había prometido antes de mi viaje, con aquellos sacerdotes que son más señalados como avanzados del lado de izquierda. Con ellos ya tuve una conversación muy fructuosa y esta reunión de hoy ha sido también un gran acercamiento, en que, muchas veces, parece como que estamos más separados y hay más peligros, cuando, de verdad, hay esfuerzos sinceramente pastorales y sacerdotales”. 

 

VIERNES, 22 DE FEBRERO DE 1980

 

“El señor Nuncio de Costa Rica me ha avisado que el peligro de amenaza existe otra vez contra mí y me advierte que tenga cuidado”. 

 

MIÉRCOLES, 12 DE MARZO DE 1980

 

“Hoy es el aniversario de la muerte del Padre Rutilio Grande. Coincidió con la venida del señor Nuncio de Costa Rica, que llega precisamente con este cometido. Se procedió a la votación para elegir de nuevo al presidente y vicepresidente. A Monseñor Rivera se le quitó de su puesto y se puso a Monseñor Aparicio como vice-presidente. Fue muy fructuoso todo, aunque temo, dada la agresividad con que me atacaron Monseñor Aparicio y Monseñor Alvarez, de que no se haya ganado mucho en sentimientos profundos de unidad. El Señor dirá y de mi parte quiero ofrecerle todos estos sacrificios y sinsabores a fin de que prevalezca el Evangelio y todos nos convirtamos a la verdad y al servicio de Dios y de nuestro Pueblo. 

 

Fuimos luego a Aguilares, donde a las once y media, celebramos la Misa en sufragio del Padre Grande, en su tercer aniversario de muerte. Noté mucha ausencia del pueblo de Aguilares. Esto indica que los objetivos de la represión militar en esa zona tan golpeada están lográndose, de aterrorizar al pueblo y de lograr un alejamiento de quienes lo pueden promover en su conciencia y en su organización”. 

 

MARTES, 18 DE MARZO DE 1980

 

“Llegó una nota de la Casa Presidencial, transmitiendo una queja de un comandante de Cojutepeque, contra el Padre Ricardo Ayala, al que se acusa de estar indoctrinando de marxismo a un grupo de campesinos y que les anunció que pronto iría a Nicaragua y a Cuba a traer armas, para la subversión, lo cual es sumamente ridículo, ya que el Padre Cayo Ayala es un hombre muy centrado y la acusación más bien le causó chiste.” 

 

MIÉRCOLES, 19 DE MARZO DE 1980

 

“Estuve un rato en la Curia y hubo bastantes visitas, la principal fue la de los Padres Torruella y Mejía para presentarme unas reflexiones, preocupados por la politización de algunos sacerdotes”. 

 

JUEVES, 20 DE MARZO DE 1980

 

(Último dia del diario gravado por Mons. Romero. No grabó en su diario los cuatro últimos días de su vida. Si Monseñor hubiera seguido escribiendo su diario, estas últimas palabras de su homilía del domingo 23 de marzo en la catedral, estarían ahí:  “Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército, y en concreto a las bases de la guardia nacional, de la policia, de los cuarteles. Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: NO MATAR... Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios... Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla... Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado... La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre... En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión...! “

 

La misa inconclusa de Mons. Romero el 24 de marzo de 1980. En la Iglesia del hospitalito en el momento del ofertorio nos dijo: “Que este cuerpo inmolado y esta Sangre Sacrificada por los hombres nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo. Unámonos pues, íntimamente en fe y esperanza a este momento de oración por Doña Sarita y por nosotros. (En este momento sonó el disparo...).

 

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