05 de Octubre de 2018
[Por: Eduardo de la Serna]
Desde hace mucho tiempo sostengo que la imagen aniñada, edulcorada e infantil que surge de Teresa de Lisieux (“Teresita”) es, fundamentalmente, responsabilidad suya. Y para comenzar quiera aludir a lo que me decía una vez el gran Maximiliano Herraiz ocd. Me comentaba que en su noviciado tuvo que leer, por obligación, a “Teresita” y no la soportó. La descartó. Pero cuando se acercaba la proclamación de ella como doctora de la Iglesia se dijo que debía leerla. “Lo hice – me dijo – y, cuando logré saltar el lenguaje, encontré nervadura. ¡Tiene nervadura!”…
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