Celebramos a la Señora del Cosmos, sin perder la indignación

14 de Setiembre de 2018

[Por: Sofía Chipana Quispe]




Después de un largo tiempo, retomamos las palabras que caminan por estas otras redes del cosmos. Salidas de los humos de los inciensos y copales de las ofrendas a la Pachamama, la Señora del Cosmos, ahora emprendemos el trabajo de abrir la tierra para esperar las primeras lluvias y depositar las semillas que nos ofrecerán sus frutos después de algunos meses, proceso que es parte de lo que hoy muchos colectivos de ambientalistas llaman, soberanía alimentaria. 

 

Pero en agosto, en nuestros territorios no todos los pueblos altos de Los Andes, piden permiso para abrir el vientre de la tierra, ya que el nuevo sistema de lo transgénico empieza a ser parte de nuestras comunidades, rompiendo el equilibrio de los ciclos de la vida, ya que esas semillas mágicamente tienen la capacidad de producir hasta tres veces gracias a sus poderosas facultades químicas, y sin mucho cuidado, entonces lo fácil y lo rentable empieza a ser parte de la vida de los pueblos a fin de cubrir las necesidades de los comensales citadinos que requieren más alimentos, en cualquier temporada, lo que supone a los territorios con menos diversidad de climas, una sobreproducción, que no es capaz de ser respetuosa con los ciclos de la vida. 

 

Por lo tanto, la banderita de la ecología en las ciudades, sobre todo de las nuevas generaciones se sostiene en la papa frita de los centros de comida rápida que requiere de productos mutantes que rompen con el ciclo armónico de la vida. Incluso sus animalitos protegidos, como los gatos o perros, requieren de alimentos procesados. Y los grupos de adultos más conscientes de lo que consumen, buscan la producción llamada orgánica, que tiene que ver con la producción más respetuosa de la tierra, es decir, las formas de cultivo que aún quedan en nuestros territorios y que han resistido a los diversos proyectos de desarrollo. 

 

Paradójicamente, muchos de los que hoy se consideran activistas ambientalistas fueron parte de proyectos de desarrollo que buscaron enfilar a nuestros pueblos dentro del sistema capitalista a fin de que entren en el mercado de la competencia, y ahora se vuelcan a  defender la tierra, como diría Galeano en el año 94 y hoy esta realidad se multiplica, “como conejos se reproducen los nuevos tecnócratas del medio ambiente. Es la tasa de natalidad más alta del mundo: los expertos generan expertos y más expertos que se ocupan de envolver el tema en el papel celofán de la ambigüedad”

 

Detrás de lo ecológico, se esconden todas las economías denominadas verdes, y lamentablemente muchos planteamientos ecológicos aún se sostienen en ver a la tierra fuera de su cuerpo, por ello habrá que preguntarnos, cuántos realmente empiezan a despertar a una consciencia cósmica, que hace un camino cósmico político, desde la ubicación de ser hija/o de la tierra, como diría Atahuallpa Yupanqui “somos tierra que camina”. 

 

Si bien, pareciera que el consumo nos carcomiera el corazón, porque cada vez que nos aproximamos a las grandes ciudades y su locura, a la que desde diversos espacios y pueblos buscan sumarse ya que parece ser el único modo de vida; se encuentra pequeñas comunidades y personas que buscan seguir sosteniendo el equilibrio y la armonía a través de pequeños ritualitos cotidianos a la Pachamama (Madre Cosmos), o como la nombren en sus lenguajes e idiomas, se trata de pequeñas experiencias, pero que son significativas para la Red de la Vida, y las que hay que buscar para no perder la esperanza de que es posible ubicarse en esos otros mundos posibles. 

 

En medio de nuestras realidades, andamos medios rotos y desvinculados de las diversas relaciones, y lamentablemente, también nuestros pueblos andinos entran en ese ritmo, porque se piensa que todo lo que la ciudad tiene y ofrece es buena, pues ese es el aprendizaje que pervive y rompe con los principios del buen sentir, del buen querer y del buen hacer. Justo en los espacios de migrantes donde todo confluye, como es el espacio donde comparto la vida y me ubico, en estos últimos tiempos se percibe fuertemente el desarraigo de la tierra y la identidad, muchas familias buscan a toda costa que sus hijos e hijas accedan a estudios, incluso a costa de empeñar lo poco que tienen, pero siempre queda la pregunta, si esos espacios ayudan a que las nuevas generaciones realmente desarrollen sus capacidades y con honestidad reconozcan todo lo que implicó para sus madres y padres haber salido de sus tierras y hasta empeñarlas a causa de que entren en el sistema. 

 

Realmente es muy grande la concesión, y un gran desafío querer que las sabidurías ancestrales de los diversos pueblos puedan volver a arder en su plenitud para seguir haciendo caminos que restablezcan el equilibrio y la armonía, y que no sigamos sacrificando la vida de los territorios a beneficio de unos cuantos, y que no se nos siga engañando de que tiene que ver con nuestro desarrollo cuando nos presentan los acuerdos con los mercados chinos que ahora remplazan los otros mercados, bueno sería que sus poblaciones más empobrecidas se beneficiarán de los nutrientes de nuestros granos de oro de la quinua, y los otros productos que se piensa exportar, a cambio de abrir las puertas a nuestros territorios a empresas que al igual que en sus territorios no se relacionan con responsabilidad y respeto a las tierras y poblaciones que las acogen. 

 

Realmente que importante es que todas las culturas reaviven las memorias ancestrales, pues cada una de ellas ha sido parte de sabidurías milenarias que ayudaron a vivir vinculadas con la Vida de manera mucho más equilibrada, por ello podemos contar los miles de años que nos acompañan en la memoria de los pueblos, incluso los territorios que se denominan de primer mundo, pues no hace mucho que se separaron de la relación con la tierra, y es poco el tiempo de lo que denominan la revolución industrial que rompió el sistema de los diversos pueblos campesinos. 

 

En medio de la fuerza que nos presenta la Vida disfrazada de bienestar, nos acompaña el gozo celebrativo de la vida, a fin de ofrecernos las fuerzas regeneradoras de la Pacha, pero no perdemos la indignación que nos ayuda a vislumbrar los otros modos de vida de que pueden ser posibles en la medida en que sumemos las fuerzas. Y este mes que nos conecta con la memoria de una gran mujer, Bartolina Sisa, que junto a su compañero Julián Apaza, emprendieron una de las grandes resistencias frente al sistema colonial, que dio origen a lo que se denomina el día internacional de la mujer originaria, nos unimos a la fuerza de todas las mujeres que conservan no sólo las memorias, sino la vida de emprendimientos de esas otras sabidurías que se expresan en los colores, sabores, expresiones, idiomas, arte. 

 

Por otra parte, nos unimos a la fuerza convocante de la red de mujeres sanadoras ancestrales, que nos invitan a sembrar velas blancas a partir del 17 de septiembre al 19 de octubre, para vincularnos a la justicia cósmica, por el feminicidio territorial de Bertha Cáceres, y podamos también junto a ella invocar la fuerza de la justicia para las otras y otros defensoras/es de los territorios que nos fueron arrebatados por las balas del sistema que busca amedrentarnos.

 

Santa Tierra Pachamama, tú que nos cobijas y alimentas, danos la capacidad del buen entendimiento para seguir caminando con un buen corazón, recibe nuestras pequeñas ofrenditas que te ofrecemos con cariño. 

 

Cita

 

1 Galeano, Eduardo. (1998) Úselo y tírelo. Argentina: Planeta.  s/p.

 

Imagen: https://aminoapps.com/c/madrenaturaleza/page/blog/madre-cosmos/g30b_ZES6uq6wez3XPvkwaJvpLvXxp2dRZ 

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