06 de Setiembre de 2018
[Por: José Arregi]
Hace muchos años que Perú me llamaba, y la jubilación de tres de nosotros nos ha brindado a dos matrimonios de la familia la ocasión para conocerlo in situ, mitad como turistas, mitad como peregrinos. Lima y sus contrastes sociales, Cusco y su historia colonial escrita sin piedad ni rubor sobre las ruinas de los incas, sobre su historia arruinada. El valle sagrado desde Pisac a Ollantaytambo y Machu Picchu. La inmensa Amazonía, inviolable y sin embargo violada, como la vida de tantos. Los imponentes Andes, con sus cumbres rocosas, sus mesetas y laderas de terciopelo dorado, sus nevados que creíamos perennes, sus volcanes humeantes. Sus paupérrimas aldeas suspendidas en la altitud y en el tiempo. Perú suspendido entre el pasado y el futuro…
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