[AMERINDIA]

[SAN SALVADOR, 31 DE AGOSTO] En el curso del III Congreso Continental de Teología Latinoamericana y Caribeña que se desarrolla en la Universidad Centroamericana ‘José Simeón Cañas’, desde el pasado 30 de agosto, en San Salvador, la tarde del viernes 31 de agosto fue particularmente lúcida en planteamientos místicos y proféticos. La participación vespertina de los teólogos brasileños Leonardo Boff y Maria Clara Lucchetti de Bingemer ofreció este particular matiz.

Así lo apreciaron los casi 700 participantes –que para ese momento se habían inscrito– en ambas conferencias, y también lo palparon en el testimonio vivo de Roberto Malvezzi ‘Gogó’, a la luz de su experiencia en las Comunidades Eclesiales de Base de Brasil

Boff, al referirse al arco trazado en los últimos 50 años entre Medellín y Laudato Si’, comenzó afirmando que, en la Iglesia latinoamericana “Medellín fue el bautismo, Puebla fue la confirmación y Laudato Si’, si no cuidamos la Tierra, será la extremaunción”, recordando que la encíclica de Francisco es, justamente, “sobre el cuidado de la Madre Tierra”.

El teólogo brasileño, uno de los referentes de la teología de la liberación, puntualizó que “no se puede entender Medellín sin su trasfondo cultural”, evocando, concretamente, el movimiento de liberación de los años 60 y destacando que “la teología latinoamericana no parte de doctrinas, parte de la realidad”.

En el caso del papa Francisco –destacó Boff– “proviene de este cambio cultural que ha vivido la Iglesia latinoamericana desde Medellín, y es una de las más grandes contribuciones de estas tierras” a la Iglesia universal. El teólogo brasileño también añadió que “aunque [el Papa] no siempre habla de liberación, habla de justicia social desde los más vulnerables”. Muestra de ello es la encíclica Laudato Si’.

Al repasar algunos puntos de su magisterio en torno a la ecología integral, Boff insistió en la urgencia de “desarrollar una conciencia planetaria” de cara al imperativo de la conversión ecológica, respondiendo así al llamado a una “ética del cuidado personal”.

La esperanza y el futuro de la humanidad pasan por la indignación y la valentía, concluyó Boff, evocando a san Agustín y matizando proféticamente que se trata de “una indignación contra lo que está mal y un coraje para cambiar lo que amenaza los ecosistemas y, principalmente, a los pobres. Tenemos que luchar contra la indignación”.

Por su parte, Maria Clara L. Bingemer, en su intervención señaló que, a la luz de Medellín, “todo este giro que se dio en la Iglesia del continente fue demandando una nueva teología, nuevas directrices pastorales y la necesidad de un nuevo estilo de espiritualidad” que dio paso a una mística liberadora.  

“Desde este continente donde la pobreza todavía es una triste realidad, donde la injusticia y la violencia cuentan sus víctimas cada día, donde las discriminaciones de todo tipo siguen sucediendo de forma cruel, donde la Madre Tierra es maltratada y agredida poniendo en riesgo toda la Creación, no es posible vivir una mística que sea fruición impune de las delicias y maravillas de los misterios eternos”, argumentó la teóloga brasileña, resaltando que se trata de “un misterio de responsabilidad en el cual unos son responsables de otros”.

De este modo, el continente latinoamericano y caribeño no es ajeno a una mística que es encarnación, compasión y transformación, donde también se refleja una espiritualidad popular que fecunda la teología. “La mística que América Latina está llamada a vivir hoy no puede olvidarse o desviarse de la vocación primera a la que fue llamada: una experiencia y un estilo de vida indisoluble de las carencias, el sufrimiento y la muerte de tantos y tantas que cada día buscan la vida”.

Solo de este modo se comprende que “los pobres, ayer como hoy, siguen siendo los grandes maestros espiritualesde los que, en la Iglesia, hemos sido gratuita y misericordiosamente llamados a vivir el ministerio de la teología”, concluyó Bingemer.