31 de Agosto de 2018
[AMERINDIA]
[SAN SALVADOR, 31 DE AGOSTO] Con un momento de espiritualidad arraigado en la cultura mesoamericana –animado por el grupo de Amerindia Guatemala–, inició la segunda jornada del III Congreso Continental de Teología Latinoamericana y Caribeña, que desde ayer, y hasta el próximo 2 de septiembre, tiene lugar en la Universidad Centroamericana ‘José Simeón Cañas’ (UCA), en San Salvador.
Tres sustanciosas intervenciones marcaron la mañana de este viernes 31 de agosto de cara al acontecimiento de Medellín y desde una perspectiva histórica, contextualizada –en la realidad martirial– y teológica, que ha sido el tono de las conferencias de Silvia Scatena, Rodolfo Cardenal y Francisco Aquino Junior, respectivamente.
“El acontecimiento de Medellín desde la perspectiva histórica”fue el tema de la historiadora italiana Silvia Scatena, en la que presentó “algunos puntos de reflexión y testimonios ‘en vivo y directo’ de diversos participantes de aquella asamblea”, como anunció al inicio de su disertación.
Su lectura de Medellín, como “auténtico Pentecostés para la Iglesia de América Latina” la hizo a partir de dos elementos “a los que en general se ha prestado escasa atención”, dijo: “Porun lado, unamecánica de trabajoque permitió trabajar juntos, en un clima de gran libertad que luego no se repitió, a todos los participantes de la conferencia: obispos, religiosos, laicos, hombres, mujeres y representantes de otras iglesias cristianas;por otro, una liturgia cotidiana(…) como elemento verdaderamente integral e integrantede la asamblea. Una liturgia que muchos de los presentes en el seminario de la ciudad antioqueña identificaron como el verdadero nervio espiritualde la conferencia, por el papel estructurador que tuvo en el desarrollo de los trabajos sinodales”.
En su turno, el jesuita Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero de la UCA, se refirió a “la recepción de Medellín en El Salvador”que, en su concepto, llegó tardíamente a la Iglesia salvadoreña en 1970: “El retraso obedece al desinterés y, sobre todo, al rechazo tenaz”.
Para El Salvador, el encuentro con Medellín “tiene lugar en la primera semana de pastoral de conjunto, realizada a mediados de 1970”, aseveró Cardenal, a pesar de “una Iglesia tradicionalista e identificada con la oligarquía y los militares” en ese tiempo.
Críticamente, el religioso jesuita apuntó que “la recepción de Medellín y del Concilio es [en El Salvador] impulsada por un grupo de sacerdotes jóvenes, bien formados, pastoralmente entusiastas y creativos, y deseosos de responder a una realidad opresora e injusta”. Este grupo, del cual hace parte Rutilio Grande –agregó Cardenal– “había optado por la liberación del pueblo salvadoreño”.
“Monseñor Romero no se comprende sin Rutilio Grande”–agregó el director del Centro Monseñor Romero–, recordando la repercusión del martirio de Grande en la vida y el ministerio de arzobispo salvadoreño, así como “varias coincidencias biográficas que los unen de manera sorprendente”, toda vez que “los dos trabajaron para construir una Iglesia que fuera verdaderamente pueblo de Dios”.
Estos elementos históricos y testimoniales también tuvieron resonancia, al final de la mañana, en la conferencia del teólogo brasileño Francisco Aquino Junior sobre los “clamores y resistencias de los pobres a partir de Medellín”.
La centralidad de los pobres en la Iglesia, en efecto, fue uno de los puntos fundamentales y determinantes de Medellín “sobre el cual nunca se dice lo suficiente”, señaló Aquino Junior, ahondando en dos asuntos esenciales: la inserción en la realidad latinoamericana y la opción por los pobres.
“¿Hasta qué punto los pobres y marginados con sus clamores y sus resistencias continúan siendo la preocupación mayor de nuestra Iglesia?”, preguntó el teólogo brasileño, argumentando que este asunto “no fue aceptado de manera muy tranquila en Medellín y se fue volviendo cada vez más controvertido en las décadas del 70 y del 80”. Incluso “hoy, a pesar de la insistencia profética del papa Francisco, parece algo extraño en nuestra Iglesia que tiene cosas ‘más importantes’ (más ‘religiosas’, más ‘sagradas’, más ‘espirituales’) para cuidar”.
“Habría que preguntar, inclusive, hasta qué punto los clamores y las resistencias de los pobres y marginados están en el centro de las preocupaciones y del quehacer teológicos en América Latina”, concluyó el ponente.
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