Vida digna y plena para las nuevas generaciones

07 de Junio de 2018

[Por: Sofía Chipana Quispe]




Estos días, no son tan gratos, nos llegan noticias doloras e indignantes de diversos lugares, que paralizan nuestras palabras, porque no se puede vivir de espaldas a los acontecimientos de la vida, porque se trata de despertar la consciencia de que todos y todas estamos interconectados/as, más allá de las fronteras territoriales, somos seres que nos fluimos mutuamente, aunque el que tiene el poder de disparar piense que no se afecta, se afecta de gran manera, todo queda registrado en nuestros cuerpos y el cosmos. 

 

Llegan las palabras vivas y de indignación de las hermanas feministas comunitarias de Abya Yala, que nos conecta con las realidades que vive el pueblo nicaragüense, sobre todo esos rostros jóvenes que caen y desaparecen por la represión militar, a las que un día sus abuelos/as, padres y madres buscaron enfrentar desde la organización de lo que comunidad sandinista, que buscó vivir plenamente en sus territorios. Aunque detrás de la represión y lamentablemente está el gobierno sandinista, que seguro tiene sus propios puntos ciegos; sin embargo, no se puede olvidar que aún opera la fuerza de la opresión que sigue maniobrando de diversas maneras. Pues en pocos años, no se puede cambiar la herencia de sistemas políticos y económicos a las que nunca les intereso las poblaciones más empobrecidas, y menos su formación, por ello tenemos a jóvenes estudiantes en las calles.

 

A su vez, los y las jóvenes/as, esos cuerpos tan prejuiciados por el mundo adulto, porque se la cataloga a una serie de males, son cuerpos usados y manipulados por los diversos poderes políticos, sociales y económicos, como pasa en las movilizaciones, que a veces son guiada más por intereses de los adultos, aunque no desmerecemos las diversas organizaciones juveniles. Y ni qué decir del sistema imperante del poder hegemónico que busca uniformarlos a través de una moda globalizante, y sobre todo que se empeña en vaciar sus corazones a través de mensajes cargados de la violencia sexista que limita sus cuerpos a lo genital. 

 

Pero por otra parte, los estados y la misma sociedad, no ofrecen espacios en las que puedan desarrollarse dignamente, no se trata sólo de una “educación” o “formación formal”, sino de toda una serie de condiciones que ayuden a su sano crecimiento. Y cuando salen a las calles sus presencias, implican una amenaza a la que hay que responder con balas, como nos comparten en su palabra vida y de denuncia las hermanas del feminismo comunitario de Abya Yala

 

Con nuestro fuego ceremonial, desde diferentes territorios en Abya Yala, acuerpamos de manera, espiritual, política, feminista comunitaria y territorial a las familias de la juventud estudiantil que ha sido asesinada, acompañamos su duelo político-familiar que es también colectivo, y nos manifestamos en acuerpamiento con las hermanas de pueblos y comunidades, feministas en Nicaragua, para que sientan nuestra fuerza, nuestra indignación y la exigencia de Libertad a los presos y presas políticos, búsqueda inmediata de las y los desaparecidos, no más control ni persecución a la sociedad civil organizada y a las comunidades. 

 

Desde distintos rincones del Abya Yala, pedimos que cese la represión, que se reviertan las políticas de ajuste neoliberal, y que cese de sostener un discurso que identifica la revolución sandinista con el fundamentalismo religioso, que afecta principalmente a las mujeres, a los y las jóvenes y al pueblo nicaragüense.

 

Así estamos unidas/os desde la fuerza cósmica, porque las realidades que vive Nicaragua, nos conectan con las realidades que vivimos en cada territorio donde el descontento por las formas en que se encaminan la vida de nuestros pueblos salen a las calles de manera permanente. Incluso en los espacios que consideran otras formas de gobernar, el descontento de las poblaciones salen a las calles, pues en Bolivia, el jueves 24, un joven de 21 años, Jonathan Quispe Vila, cae de manera inesperada, por un proyectil casero, una canica, que atravesó su tórax y el reventó el pulmón, mientras estaba en la marcha junto a sus compañeras y compañeros de la Universidad Pública de El Alto, que desde el año pasado vienen pidiendo mayor presupuesto. Así pasa cuando las movilizaciones salen descontroladas, pues hasta ahora no se sabe quién disparó, si la policía o alguno de los manifestantes mientras la movilización era dispersada  por la fuerza policial.

 

La memoria de Jhonatan un joven que vivía en uno de los barrios más pobres de El Alto, refleja la situación de vulnerabilidad que viven muchas poblaciones juveniles, aunque sus padres hayan tenido que dejar sus tierras de origen para ofrecer oportunidades de estudio a sus hijos e hijas, y mejorar así su condición de vida. Esta realidad nos conecta con Claudia Patricia Gómez Gonzáles, la joven Maya de Guatemala, que murió el 23 de mayo después de atravesar 18 días todo el territorio de sus ancestros/as, por una bala criminal que cuida la supuesta seguridad que el gran muro que construyen no puede garantizar,  obviamente que de por medio hay toda una serie de manipuladores/as que mal habitan en los territorios centroamericanos, y se aprovechan de la necesidad ofreciendo un paso fácil a la “tierra prometida”, Norte América, a cambio de sumas altas que no garantizan la seguridad de sus vidas.

 

Las y los jóvenes que parten antes de tiempo de maneras tan inesperadas, nos muestran que nuestras sociedades adultocéntricas no saben ofrecerles protección. El año pasado con el dolor en el corazón por las niñas, adolescentes y jóvenes que murieron quemadas en el supuesto hogar que las protegía en Guatemala escribí el siguiente fragmento en “memoria de las ancestras, niñas, adolescentes y jóvenes mayas, que nos acompañan desde las estrellas, lunas, soles, montañas, mares, ríos, lagunas, flores, insectos, peces, reptiles y aves; que nos recuerdan que su sangre derramada clama: “nunca más un mundo sin nosotras”. 

 

Y ahora la memoria de Jhonatan, Claudia y las y los otros jóvenes que mueren por las represiones de supuestos órdenes en los diversos territorios, o muchas y muchos que parten por la inseguridad que campea por nuestras tierras, otras por hombres despechados que tienen la cobardía de quemarlas vivas como pasó con la joven peruana Eyvi Ágreda el pasado 23 de abril, y otras/os que mueren en sus colegios o universidades, en manos de sus compañeros que tienen acceso a armas para disparar sin piedad. 

 

Mi conexión con esos cuerpos jóvenes que yacen como semillas, y que germinaran de otras maneras, ya que su estadía fue tan corta en nuestros territorios. Y a toda esa fuerza juvenil que fluye por nuestros territorios y que un día nos habitó, que es plenamente retratada en la letra llena de convicciones de Natalia Lafourcade, derecho de nacimiento. 

 

Voy a crear un canto para poder existir,

para mover la tierra, a los hombres y sobrevivir.

para curar mi corazón y a la mente dejarla fluir 

para el espíritu elevar y dejarlo llegar al fin.

Yo no nací sin causa, yo no nací sin fe,

mi corazón pega fuerte para gritar a  los que no sienten.

Así  perseguir a la felicidad

que es un derecho de nacimiento. 

 

 

Imagen: http://pandillagerraypaz.blogspot.com/2012/ 

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