De Tel Aviv a Jerusalén: pérdida de identidad judía

31 de Mayo de 2018

[Por: Pablo Richard]




El gobierno de Estados Unidos ha trasladado su embajada de Tel Aviv a la ciudad de Jerusalén, la cual es ahora reconocida como capital del Estado de Israel. Esto responde a intereses económicos y políticos, pero también a una fuerte presión del fundamentalismo en los Estados Unidos y otros países. El Estado de Israel y su presidente Netanyahu han perdido su identidad judía. El Jerusalén histórico sigue defendiendo la identidad y legitimidad de su pluralidad, pues en ella coexisten dos pueblos (judíos y árabes) y tres religiones (judíos, musulmanes y cristianos)

 

La embajada de EEUU en Jerusalén hace más difícil la paz, especialmente con Irán, Siria, Irak y otros países de mayoría musulmana. Ya el diálogo entre Netanyahu y Mahmoud Abás (Palestina) se hace más difícil.  El 14 de mayo de 1948, cuando se declaró la independencia de Israel, ese mismo 14 de Mayo de 2018 se inauguró la Embajada de EEUU en Jerusalén. También ese mismo día se dio la masacre de casi 70 palestinos por soldados israelitas en la frontera de la Franja de Gaza. Todo un símbolo.

 

Historia de una tierra prometida (Libros: Éxodo, Josué y Jueces)

 

Promesa: Revelación a Moisés en la zarza ardiente:

 

“El Señor dijo: he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, 

he escuchado su clamor, conozco sus sufrimientos. He descendido para liberarlos de mano de los egipcios, y para sacarlos a una  tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel”  (Éxodo 3.7-8). 

 

El rechazo de la promesa: el becerro de oro:

 

“En el desierto, camino a la tierra prometida, la comunidad israelita murmura contra Moisés: “nos han traído a éste desierto para matarnos de hambre” (Éxodo16, 3). 

 

Fué  necesario exigir 10 mandamientos (el decálogo), como identidad y condición para llegar a la tierra prometida: 

 

“No tendrás otros dioses fuera de mí”, “no te harás esculturas, imágenes de mí” “no matarás”,”no robarás”, “no codiciarás la casa de tu prójimo” (Exodo 20).

 

El sentido es: no matarás al pobre, no le robarás, ni codiciarás su casa.

 

Otro texto muy significativo de la pérdida de Identidad del pueblo de Israel es:

 

“Cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, la gente se congregó alrededor de Aarón, y le dijeron: haznos un dios que vaya delante de nosotros; en cuanto a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Aarón les dijo: Quitad los pendientes de oro de las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. Entonces todo el pueblo se quitó los pendientes de oro que tenían en las orejas y los llevaron a Aarón. El los tomó de sus manos e hizo de ellos un becerro de oro. Y dijo: este es tu dios, Israel, que te ha sacado de la tierra de Egipto”. (Éxodo 32,1-4)

 

 

Liberación de la Tierra Prometida (Libro de Josué)

 

Después de la muerte de Moisés, Yahvé habló a Josué: “prepárate para cruzar el Jordán y entrar en la tierra que les di en posesión”. El problema histórico es que toda esa tierra prometida estaba ya poblada y dominada por numerosos reyes cananeos (en total 31 reyes Josué capítulo 12). La interpretación tradicional es que Josué, con todos sus guerreros, cruzó el Jordán, y mató cruelmente a todos los reyes y a todas las tribus de la tierra que Yahvé había prometido 

La realidad histórica es que muchos pueblos de la tierra prometida no fueron masacrados, sino liberados de sus propios reyes opresores. No hubo solo una conquista de los pueblos, sino también una liberación. La fe de los judíos que llegaban a la tierra prometida, tenían siempre viva la memoria de un Dios que escuchaba el clamor de los esclavos, que los liberaba y los llevaba a una tierra buena y espaciosa. Los que llegaban a la tierra prometida no podían perder esa conciencia y llegar a la tierra prometida como conquistadores y opresores.

 

Hay indicios en el libro de Josué de pueblos cananeos que conocían la liberación del pueblo de Israel en Egipto. Es el caso de los Gabaonitas que dijeron a Josué que venían por la fama de Yahvé tu Dios, pues hemos oído hablar de todo lo que ha hecho en Egipto (Josué capitulo 9). Esto es importante, porque no se interpreta la conquista de la tierra prometida solo como una masacre de todos los pueblos del otro lado de Jordán que ya habitaban esas tierras. En la tradición la posesión de la tierra prometida significó también liberación de los pueblos cananeos oprimidos por sus reyes. La posesión de la tierra prometida también permitía que otros pueblos no israelitas vivieran en ella.

     

En la actualidad 

 

Netanyahu sigue el movimiento sionista, que afirma que los judíos nunca serían asimilados por Europa y que la manera de superar el antisemitismo sería la fundación de un Estado judío en Palestina.  Herzl (1860 – 1904) fundador del sionismo, publicó su obra “El Estado Judío”, que fundamentó la lucha por un Estado Judío. A raíz de la tragedia del Holocausto, las Naciones Unidas aceptaron la necesidad de un lugar nacional judío en palestina. David Ben Gurión declaró formalmente la creación del Estado de Israel en 1948.

 

El sionismo inspiró varias guerras para conquistar más territorios, directamente o por una colonización progresiva de los territorios legítimos de palentina y otros.

 

El sionismo afirma que la promesa de la tierra prometida por Yahvé al pueblo judío implica la exclusión de todos los otros pueblos que también han vivido legítimamente en esa tierra prometida. 

 

El traslado de la embajada de EEUU a Jerusalén y la declaración de Jerusalén como capital de Estado de Israel es un triunfo del  fundamentalismo  sionista judío. Netanyahu dijo: “Jerusalén durante tres mil años siempre ha sido judía. Ahora definitivamente lo es y lo será”. Esto implica la expulsión de todos los pueblos y religiones que han vivido siempre legítimamente en lo que ahora  se proclama como Estado de Israel.

 

Antisemitismo: negación de las identidades judías, cristianas y musulmanes

 

En el contexto de todo lo dicho debemos estar atentos de no caer en el antisemitismo. En muchas tradiciones judías, cristianas, incluso islámicas, siempre ha estado viva, en su raíz,  una identidad semita original.  La identidad judía está en la tradición del Éxodo, de los profetas y de los sabios del pueblo de Yahvé. La identidad cristiana tiene su raíz en Jesús, los Evangelios, Pablo de Tarso y  la tradición del movimiento de Jesús. También la tradición del Islam (siglo VII de nuestra era) tiene su identidad propia. Lo común a todas estas tradiciones son los pobres, los excluidos, los despreciados y también los despojados de su territorio ancestral.

 

El rechazo de la identidad judía original no nos debe llevar a un antisemitismo, que ha tenido en la historia crueles consecuencias.  El antisemitismo puede destruir  la identidad original judía, pero también la identidad cristiana  e islámica. La mejor manera de superar el antisemitismo es un mejor   conocimiento de las Sagradas Escrituras y  sobretodo una radical opción por los pobres.

 

 

Imagen: https://www.shalomisrael.es/la-unesco-se-equivoca-jerusalem-es-y-sera-la-capital-del-pueblo-judio/ 

 

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