Chakana

18 de Mayo de 2018

[Por: Sofía Chipana Quispe]




Este mes, tiempo del recojo y depósito de los frutos de las siembras, en los territorios andinos, celebradas de diversas maneras, se vive la fiesta que se denomina de las cruces, que en el fondo no está referida al símbolo cristiano, sino a la Chakana, aunque en el fondo se la asoció con la Cruz de Cristo, por ello las diversas festividades están asociadas al símbolo cristiano, que es la que sale en procesiones, o se la expone en los templos y lugares de peregrinación. Sin embargo haciendo memoria, Eduardo Galeano nos recuerda que: 

 

La conquista de América fue una larga y dura tarea de exorcismo.

Tan arraigado estaba el Maligno en estas tierras, que cuando parecía que los indios se arrodillaban devotamente ante la Virgen, estaban en realidad adorando a la serpiente que ella aplastaba bajo el pie; y cuando besaban la Cruz estaban celebrando el encuentro de la lluvia con la tierra.

 

Definitivamente, que las cruces, en las casas y en las montañas, son la herencia colonial, pues era la señal de que ese espacio había sido exorcizado, así los pueblos fueron asociando a las cruces como símbolos de protección, ya que las casas tenían a sus espíritus protectores, lo mismo con las montañas y las cumbres nevadas son considerados como los espacios habitados por las ancestras/os, que son considerados como protectores/a de la comunidad. Sin embargo, en estas festividades, cada símbolo, tendrá su lugar, así como la cruz requerirá su espacio en la iglesia y su propia ritualidad, los símbolos andinos requieren de sus propias ritualidades y espacios. 

 

Pero el símbolo de la Chakana, que está asociada a la constelación de la cruz del sur que a inicios de mayo adquiere la forma astronómica de una cruz perfecta, al que nuestras antepasadas/os celebraban, se trata de un símbolo asociado al principio de vida, al origen, ya que la partícula Na, enfatiza la conexión del ser humano con la Fuente Primordial de la Vida y Sabiduría, a la que en este tiempo se solicita la autorización para recoger los frutos. Se trataría de un símbolo muy difundido, en la larga historia de nuestros pueblos, ya que se encontraron Chakanas en la arquitectrua, glifos, tejidos, cerámicas y esculturas en las culturas de Paracas en Ica-Perú, en Chavín al norte peruano, e incluso en Tiahuanaco-Bolivia, pero de manera muy significativa en una placa que se halla en el templo de Koricancha (templo dedicado al Sol) en Cuzco, donde se refleja la interrelación en el cosmos de las fuerzas que la habitan, como una dualidad complementaria recíproca, en dos hemisferios, izquierda-derecha, arriba y abajo. 

 

Por lo tanto, al estar asociada a la fuerza generadora de Vida, en algunos pueblos se acudirá a los espacios considerados de la fertilidad para realizar ritos de vínculo con esa fuerza, como se ve en la fiesta conocida de la ciudad de Cochabamba, Bolivia, la fiesta de Santa Veracruz. Dicha festividad está asociada a un santuario, donde se encuentra la imagen de un Cristo crucificado al que se denomina como el Tata (señor), a la que acuden familias enteras, donde mujeres y hombres en la primera noche inician con las coplas al Tata, todas alusivas a la fertilidad, con un tono picaresco. Pero el centro donde se vincula con el espíritu de la fertilidad es el espacio que está fuera, donde mujeres y hombres, queman el excremento de vacas, ovejas, cerdos y gallinas, después los bendicen junto a las miniaturas hechas de yeso que recrean los animalitos, para llevarlos a sus ranchos, y dispersar las cenizas donde habitan los animales a fin de que se beneficien con la fertilidad. En torno a esta fiesta, se recrean una serie de ritualidades en torno a la fertilidad humana, ya que acuden las parejas que no pudieron fecundar, llevando muñequitas y muñequitos que son bendecidos, junto a flores y otros símbolos más que serán usados para propiciar la fertilidad. 

 

Por lo tanto la fiesta de la Chakana, implica el sentido de la crianza de la vida, que será muy importante en el contexto andino, pues se trata del vínculo con las fuerzas de la vida. Por otra parte, el símbolo, está relacionada al sentido de las dualidades necesarias, pues para que algo se recree, necesita de la fuerza que le sirva de complemento, por ello la Chakana desde sus diversos ángulos, será considerada como el elemento ordenador de la sociedad andina, por su carácter integrador en la convivencia de pareja, de familia, del Ayllu (comunidad), de la Nación. Ya que desde sus cuatro puntos, representan la integralidad del cosmos y una mirada integradora del saber, del sentir, del estar y del ser. Se trata de una sabiduría integral, que ayuda a reconocer el pluralismo de saberes, sentires, identidades y maneras de habitar y transitar la vida, como diría el teólogo Josef Estermann, “se trata de una epistemología integral que trasciende el género humano como sujeto cognoscitivo. El conocimiento es una cualidad de todos los seres, sean humanos o no humanos, animados o “inertes”, y se lo consigue a través de muchas vías, el ritual, la celebración, el trance, la representación simbólica y la unión mística”1

 

Desde esa sabiduría holística, también rescatamos en este tiempo de la Tawa Chakana, el puente vinculante de todos los espacios, no sólo del cosmos, sino también de las constelaciones espaciales, pues ese símbolo también puede ser relacionado a las personas generadoras de vínculos, seguro que cada una/o en sus diversos territorios, puede atribuir este símbolo a personas significativas que propician la Vida Digna. En ese sentido compartimos un evento que no puede pasar desapercibo, pues 25 Chakanitas vivas, niños, niñas y jóvenes de diversas regiones de Colombia, después de una difícil batalla al Estado, en su demanda “que se garanticen los derechos de las generaciones futuras a gozar de un ambiente sano, a la vida, la salud, la alimentación y el agua”, ya que ellas y ellos serán las y los que asumirán las difíciles consecuencias del cambio climático, causado por la deforestación en la Amazonía por las diversas empresas ubicadas en el territorio, que al estar los ecosistemas interconectados, las otras regiones también son afectadas por el cambio climático. 

 

Los primeros días de abril, la corte Suprema de Justicia de Colombia, falló a favor del pedido, en la que se reconoce a la Amazonía colombiana, “como sujeto de derecho, titular de protección, de la conservación, mantenimiento y restauración a cargo del Estado y las entidades territoriales que la integran”, sin duda, que este tipo de fallos son deseadas para muchos territorios, ya que procuran la inminente necesidad de hacer vida, los Derechos de la Madre Tierra, en la concreción de los compromiso en torno al cambio climático asumido por los diverso gobiernos. Saludamos de todo corazón este tipo de iniciativas y propuestas que son ejemplos a seguir, pues es una muestra de que los derecho humanos, no pueden concebirse sin los derechos del cosmos y todas/os las vivientes. 

 

Por otra parte, otra buena noticia nos llega desde los territorios peruanos, en medio de la convulsión de las corrupciones, celebramos que el 17 de abril se publicará la Ley Marco sobre el cambio climático, como se lee en el Art. 1 – ley 30754, “a fin de reducir la vulnerabilidad del país al cambio climático, aprovechar las oportunidades del crecimiento bajo en carbono y cumplir con los compromisos internacionales asumidos por el Estado ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, con enfoque intergeneracional”. 

 

Desde el vínculo con el cosmos que va manifestando sus conspiraciones, podemos unirnos a las voces de las mujeres de la festividad de Santa Veracruz, “Señorcito de Santa Veracruz, mi hijo, mi hija me diste, ahora vengo, ¿qué me vas a dar?”, que el pedido sea ahora, que esos hijitos e hijitas se constituyan en Chakanas, hijos e hijas de la sabiduría cósmica, criadores de la Vida. 

 

 

  Estermann, Josef (2008). Si el sur fuera el norte: Chakanas interculturales entre Andes y Occidente. La Paz: ISEAT. P. 40.

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