“Tuve que dedicarme a un trabajo indigno, él lo sabe y sufre”

03 de Mayo de 2018

[Por: Rosa Ramos]




“Tírenle piedras a Geni, 
Tírenle piedras a Geni 
Hecha está para aguantar, 
Hecha está para escupir, 
Se entrega no importa a quién, 
Maldita Geni!” 

Chico Buarque

 

Hoy es 1° de Mayo, para los católicos es la fiesta de San José Obrero, para el mundo civil es “El Día de los Trabajadores”.

 

Mi saludo va para todos y todas, pero hoy me inspira y conmueven estas palabras de una madre procurando explicar la conducta agresiva de su hijo ante una profesora de danza y la directora de la escuela: “Estoy sola con él y tuve que dedicarme a un trabajo indigno, él lo sabe, lo sufre y por eso es así”. 

 

La profesora había logrado un buen vínculo con un niño hosco, e inquieto, y que trabajara en su clase. Ella ya había percibido que ese niño era hostigado por los compañeros, que, provocándolo, sacaban lo peor de él, esa violencia mal manejada. De pronto ocurre una pelea en plena clase.  Intervino en la escena, los separó, el “agresor” lloraba. 

 

Fue llamada la madre a la escuela, le explicaron lo sucedido, pero el niño seguía llorando sin decir nada y desconsoladamente. Entonces fue cuando la madre dijo esas palabras, y la joven profesora abrazó fuerte al niño contra su cuerpo en gesto de protección. Creo que contuvo las ganas de abrazar también a la madre en ese instante. Un abrazo no pagado, un abrazo incondicional, que la confirmara en su dignidad humana y amor por el hijo. (Lc. 7,47)

 

Cuando me lo contaron, dije: “No hay trabajos indignos si se hacen por amor a otro, por la vida de otro”. Lo sigo pensando. Porque desde que el mundo es mundo existe la prostitución, y al menos desde que Jesús actuó como actuó en la casa de Simón y en otras varias ocasiones, tenemos que colocar la mirada, la razón, y el corazón en las personas, en su misterio, y  procurar ver qué las mueve a hacer lo que hacen, antes de juzgarlas.

 

Quisiera que estas palabras les llegaran hoy especialmente a todas las personas, mujeres, varones, trans, etc, que trabajan en la prostitución. Si las llamamos “prostitutas” estaríamos anteponiendo la actividad a lo que son y/o construyen trabajosamente.

 

Las personas en situación de prostitución, son ante todo eso, personas. Probablemente con buenos y bellos sueños para sí y para otros -como nosotros-. La dignidad de las personas, que en muchos casos les es robada, o que ni siquiera creen tener, está en su núcleo más humano e íntimo, en su capacidad de amar y servir.

 

Movida por esta historia mínima elegí ese texto tan duro que canta Chico Buarque, una mujer arquetipo del chivo expiatorio, al que hay que apedrear y escupir...(y de paso a sus hijos). Siempre hubo chivos expiatorios en la sociedad que cargan nuestras fealdades y falsedades, lo que no queremos ver en nosotros mismos, lo que despreciamos y odiamos, o lo que tememos, quizá porque oscuramente sabemos que -por acción u omisión- todos somos responsables.

 

Es muy revelador que la canción de Chico Buarque antes de ese estribillo tan duro, nos diga algo más de Geni, de su hacer y de su persona: 

 

“A menudo a su cuidado 
hay viejitos desahuciados 
y viudas sin porvenir. 
Es buena como son pocas…”
 


La persona es lo que hace, pero todo lo que hace en sus 24 horas, en los 365 días del año, y es también su historia, y su proyecto. Abarca sus sueños vivos, y aquellos sueños apedreados, sepultados por duras vidas, pero de los que quizá aún hay cenizas que arden, capaces de volver a encenderse. La persona es lo que hace pero es también más, mucho más; es lo quiere ser y lo que está llamada a ser creaturalmente.1

 

Esas personas que se dedican a un trabajo indigno, según palabras de la madre, son algunos de los excluidos y crucificados que hoy hay que bajar de la Cruz. 

Pero también por ellos y con ellos es necesario hacer fiesta por sus resurrecciones parciales. 

 

Quizá esa confesión en la escuela de esa madre ante las autoridades y frente a su hijo, fueran no sólo una justificación de su conducta, sino un empezar a ponerse de pie, como la mujer tullida (Lc. 13, 10-17). 

 

Si toda la comunidad, también los otros niños y sus familias, comprende, acoge, abraza, se hace cargo de la situación, como lo hizo la profesora, podría cambiar no algo, sino mucho. En vez de provocaciones y golpes, habría juego, danza, personas que se ponen en pie y juntas caminan. La dignidad se construye con otros, sosteniéndonos unos a otros. Somos parte del problema, porque somos parte del mismo tejido social. La responsabilidad es de todos.

 

Hoy, Día de los Trabajadores, o de San José Obrero, ¿nos comprometemos a no tirar piedras sino a edificar una sociedad más inclusiva y justa? ¿A que nuestros trabajos puedan ser todos dignos, realizarse con seguridad, y en condiciones dignas? 

 

Cita:

 

1 Implícitamente aquí hago una síntesis entre los clásicos y aparentemente antagónicos planteos existencialistas de Sartre y el de Mounier, y los más recientes de la complejidad de Morin.

 

Imagen: https://www.utadeo.edu.co/es/noticia/emisora/emisora-oyeme-ujtl/7451/segun-la-corte-constitucional-la-prostitucion-en-colombia-es 

 

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