La memoria necesaria de las resurrecciones

12 de Abril de 2018

[Por: Sofía Chipana Quispe]




Mientras en los contextos eclesiales, se celebraba la memoria transgresora de la resurrección del maestro de la Vida, el domingo de Pascua amanecí evocando una canción mexicana, que dice:

 

“Viene la muerte, echando rasero, se lleva al joven, también al viejo, la muerte viene echando parejo, no se le escapa ni un pasajero. 

No se escapa ni el rezandero y ni el borracho por vinatero, ni el asesino por ser matón, todos tendremos que ir al panteón”.

 

No se trata de seguir en el viernes santo, como muchas veces se atribuye al pueblo creyente, aunque definitivamente creo que es así en muchos de nuestros contextos, pues no sé desde qué tiempo, nuestras historias y contextos están marcadas por muertes, por ello posiblemente cuesta dejar la conexión con la indignación o el dolor de la memoria de tantas muertes inocentes e injustas. 

 

Mientras algunos/as se esfuerzan por celebrar el domingo de pascua, de manera paradójica, muere uno de los genocidas de Guatemala, José Efraín Ríos Montt, en esa muerte se evoca los miles de cuerpos desaparecidos, asesinados, torturados y desplazados, fue poco el tiempo que gobernó, hacía los años de 1982 – 1983, tiempo en que se  endureció el régimen dictatorial que se consolidó a partir de 1973 por los diversos territorios de Abya Yala, que respondía a la persecución del fantasma del “comunismo”, que supuestamente empezaba a habitarnos.

 

Toda la solidaridad con el pueblo Maya, en la evocación de la memoria de hermanos y hermanas indígenas asesinados/as y la devastación de la región Ixil con el desplazamiento de las comunidades que buscaron su asilo en la región de Chiapas – México; por los cuerpos aún desaparecidos, las violencias sexuales a mujeres y niñas, y las otras atrocidades que dejaron a su paso las fuerzas del orden militar. Y junto a las comunidades devastadas también provocaron que las comunidades indígenas cristianas, enterraran sus biblias, porque en sus manos era una amenaza, en realidad no era tanto la Biblia, sino la forma en la que se leía e interpretaban esos textos en consonancia con su realidad de opresión e injusticia. Duele, escuchar que esas mismas manos que cavaron los escondites para la Biblia, hayan cavado las fosas donde sus cuerpos fueron echados, después de haber sido acallados, por cumplir con dignidad un ministerio ancestral, ser emisarios de la Palabra de Vida para sus pueblos. 

 

Desde la memoria viva del corazón, se precisa las resurrecciones necesarias de los hermanos y hermanas Mayas, a partir de la dignificación de sus memorias en los caminos de la justicia, que desde los sistemas estatales se corrompen, pues después de muchos años de búsqueda de justicia, el 2013 se estableció la sentencia como genocida y cargos por delitos de lesa humanidad a Ríos Montt; sin embargo, esa sentencia que fue anulada por supuestas “irregularidades”, por el sistema judicial que lo amparó, no sólo eso, sino que tuvo a su favor muchos otros beneficios, y en estos días, se decidió cerrar los juicios pendientes, tras su muerte, que lo libera de toda responsabilidad. 

 

Se dice que es el último oficial guatemalteco, de los que comandaron el sistema dictatorial, que muere; así como él muchos otros regados por nuestros territorios, no tuvieron la inmunidad frente a la muerte, como dice la letra de la canción, con la que inicie estas palabras, el asesino no se libra por ser matón. Pero lo que nos queda aún, son las instancias judiciales que ampararon a los militares genocidas, que se basan en la justificación de resguardar la insurgencia que se suscitaba en nuestros pueblos, que no permite reconocer la crueldad con la que actuaron los supuestos “defensores del orden”, que aplicaron obviamente, las instrucciones militares aprendidas en la reconocida Escuela de las Américas, conocido en sus siglas en inglés como S.O.A, donde se formaron los militares que sostuvieron los gobiernos dictatoriales, y que aun lamentablemente se mantiene, pues muchos de nuestros países siguen enviando a algunos agentes de la fuerza militar para su instrucción. 

 

No todo lo bueno está en el Norte, como intenta hacernos creer su actual mandatario, acusándonos con una serie de adjetivos, desde la que se cataloga a las comunidades migratorias como lo peor, pero tendríamos que preguntarles, ¿por qué no reconocen las atrocidades que sus agentes y militares enfilados a sus órdenes hicieron en nuestros territorios y otros? Por otra parte, todas las travesías y vejámenes que sufre la movilidad humana que se desplaza hacia el Norte, en gran parte es provocada por las políticas migratorias del Estado que se cree el más democrático; además, mucho de lo que nuestros países viven, sobre todo los pueblos ubicados en el centro, de lo que se conoce como “América”, responde a una herencia injusta que ha roto el equilibrio en la convivencia humana, y que ha sido provocado en gran medida por las políticas hegemónicas del Norte. 

 

Desde la memoria de los cuerpos que yacen como semillas, y desde la fuerza de la indignación, se precisa seguir regando las memorias de vínculo con las/os que se les arrebató la vida, para que broten y sigan generando Vida en sus diversos territorios. Y que desde las fuerzas místicas de los pueblos Mayas, se sigan armando los altares que invocan la fuerza del corazón del cielo y la tierra, para intencionar la justicia, que va más allá de llenar las cárceles, pues para las sabidurías de los pueblos ancestrales, es necesario que los que generan desequilibrios en la Red de la Vida, están llamados a asumir con responsabilidad, no sólo sus actos, sino de generar la restauración, que devuelva la armonía, y para ello, el primer paso tiene que ver con el reconocimiento del daño que se hizo. 

 

Aunque los dictadores de Guatemala, ya transitan por la otra vida, y los otros muchos  implicados siguen caminando como si nada hubiera pasado; quedan muchas familias dolidas, los cuerpos violentados sexualmente de las mujeres, y cuerpos torturados que desde la memoria ingrata del dolor, requieren que se nombren públicamente a los que atentaron con su dignidad. Con respeto, ternura y solidaridad, hacemos memoria de un trocito de la historia del pueblo Maya, para que en el transcurso de sus historias no se repitan los hechos dolorosos que quedan como cicatrices, no sólo para las comunidades afectadas, sino para todas las sociedades, porque somos parte de un gran tejido que se entreteje con todo. 

 

Desde los diversos territorios, como pequeñas ofrendas de vidas que buscan posibilitar un cosmos nuevo, que supera el pensamiento de las militarizaciones y criminalizaciones a fin de restablecer la paz; buscamos ofrecer la conexión con la liberad de las aves en sus cantos, que posibiliten territorios libres, a los ríos contentos, a las tierras fértiles y queridas, en las que se reconozca la sangre inocente derramada de tantos mártires mayas, que sostuvieron la fe y la esperanza de sus pueblos. 

 

Hermanas y hermanos, emisarios de las palabras de la Vida, ¡presentes!

 

 

Imagen: http://jabenito.blogspot.com.co/2017/05/maximino-cerezo-pinta-la-america-pobre.html 

 

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