Principios teológicos para un equilibrio entre los géneros

29 de Marzo de 2018

[Por: Leonardo Boff | Texto en español y en portugués]




A pesar de las contradicciones internas de las fuentes judeocristianas acerca del hombre y de la mujer, bien conocidas, queremos recoger algunos principios positivos que refuerzan la lucha histórica de los hombres y de las mujeres hacia un equilibrio de los géneros.

 

a) Igualdad originaria entre hombre y mujer

 

Este principio está clarísimo en la primera página de la Biblia, en el libro del Génesis: “Dios creó al ser humano a su imagen, macho y hembra los creó” (1,27). En el segundo Testamento, centrado en la figura de Cristo se dice: “no hay hombre ni mujer, todos son uno en Cristo Jesús” (Gal 3,28).

 

b) Diferencia y reciprocidad entre hombre y mujer

 

Dentro de la igualdad de origen, se instaura la diferencia, entendida como apertura del uno al otro, es decir, como reciprocidad. El relato más arcaico del Génesis (2,18-23), de tendencia general fuertemente masculinizante, acentúa esa reciprocidad. Eva, aunque sacada de la costilla (lado) de Adán, es presentada no como la mujer con quien éste va a tener hijos, ni como sierva de la casa, sino como su vis-à-vis e interlocutora. El modismo hebreo para expresar esa mutualidad viene expresado por las palabras de Adán: “he aquí alguien que es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gn 2,24). El mismo Pablo podía expresar así la reciprocidad: “el marido cumpla el deber conyugal para con la mujer y, igualmente, la mujer para con su marido” (1Cor 7,4).

 

c) Hombre y mujer, caminos hacia Dios

 

Si el hombre y la mujer son imagen y semejanza de Dios significa que Dios puede ser encontrado en ellos. Profundizando el conocimiento de lo humano, masculino y femenino, sorprendemos a Dios cuya naturaleza presenta las cualidades positivas de los principios masculino y femenino.
En términos rigurosos de la teología, cuando decimos Dios-Padre no decimos una cosa diferente a cuando decimos Dios-Madre. Por padre y madre pretendemos expresar teológicamente que la vida y la creación entera tienen su origen en Dios y se encuentran siempre bajo el cuidado y providencia amorosa de Dios. Esto puede ser perfectamente expresado por la categoría padre o madre. Por lo tanto, tenemos siempre un camino abierto hacia Dios, por la vía de lo masculino y por la vía de lo femenino. Disminuyendo el valor de la mujer tenemos una imagen distorsionada de Dios. Si nos limitamos exclusivamente al hombre encontramos no un padre amoroso sino un juez justiciero. Destruyendo lo humano perdemos a Dios. Perdiendo a Dios, perdemos el sentido último de todas las cosas.

 

d) Hombre y mujer, caminos de Dios

 

La imagen (ser humano) remite al modelo (Dios). Si Dios mismo tiene dimensiones masculinas y femeninas, es porque bajo esa forma Él se ha revelado y autocomunicado en la historia. Emerge como una energía creadora primordial, como el padre que acompaña y protege o como la madre que cuida y consuela, madre que no puede olvidar al hijo de sus entrañas (Is 49,15, Sal 25,6, 116), y que, al término de la historia, como la grande y generosa Magna Mater enjugará nuestras lágrimas, cansados de tanto llorar por los absurdos que no entendemos (Ap 21,4). Lo femenino y lo masculino son caminos de Dios hacia nosotros.

 

Hay todavía una manera de nombrar a Dios en el cristianismo que es en forma de Trinidad de divinas Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las Personas significan relaciones de reciprocidad, de comunión, de mutualidad, de inclusión, en una palabra, de amor. Dios emerge como un juego de energías originarias y eternas que sólo existen en la medida en que coexisten, son una para la otra, con la otra, por la otra y jamás sin la otra. Ninguna de ella puede ser tomada en sí sin las otras. Donde está una están simultáneamente las otras. Es lo que la teología llama pericóresis, vale decir, la inter-retro-relación e interpenetración de las Personas divinas entre sí. Ya no es el monoteísmo de los judíos y musulmanes, pre-trinitario. Es el monoteísmo trinitario cristiano. Él funda otro tipo de unidad divina, no dada previamente, sino construyéndose siempre mediante el juego de las reciprocidades e inclusiones. Por eso decimos que la esencia íntima de Dios no es la soledad del Uno sino la comunión de tres Únicos (el único no se suma) que mediante su relación recíproca se unifican en un único Dios-amor-relación.

A nivel existencial cuando decimos Trinidad, en el fondo queremos decir: al Dios que está por encima de nosotros lo llamamos Padre, al Dios que está a nuestro lado lo llamamos Hijo y al Dios que está dentro de nosotros lo llamamos Espíritu Santo. No son tres dioses (porque cada Persona es única y por eso no puede ser sumada), es el único y el mismo Dios que, a nivel existencial, se revela así y así es experimentado.
Por haber en Dios diversidad y unidad, su imagen en el mundo, el hombre y la mujer, serán también diversos y unos, siendo imposible pensar lo femenino sin lo masculino y lo masculino sin lo femenino.

 

e) Hombre y mujer en Dios

 

Por más que estén firmemente imbricados uno en el otro y se busquen insaciablemente, el hombre y la mujer no encuentran la respuesta a su vacío abisal en esa relación recíproca. En ellos hay un vacío infinito que sólo el Infinito de Dios puede llenar. Ambos, pues, son llamados a auto-trascenderse en dirección al Infinito que los puede realmente saciar. En Él descansan y se pierden hacia el infinito Amor y la radical Ternura. Es la patria y el hogar de la completa identidad y de la total realización. Lo femenino encontrará lo Femenino fontal y lo masculino lo Masculino abismal. Se dará lo que todos los mitos narran y todos los místicos testimonian: los esponsales definitivos, la fiesta eterna, la fusión del amado y de la amada en el Amado y la Amada transformados, según la expresión de San Juan de la Cruz.

 

Leonardo Boff es teólogo y escritor. Ha escrito El rostro materno de Dios, Paulinas, Vozes 2005.

Traducción de Mª José Gavito Milano

 

 

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A despeito das contradições internas das fontes judaico-cristãs, acerca do homem e da mulher, bem conhecidas, queremos recolher alguns princípios positivos que reforçam a luta histórica dos homens e das mulheres rumo a um equilíbrio dos gêneros.

 

a) Igualdade originária entre homem e mulher

 

Esse princípio é claríssimo na primeira página da Bíblia, no  livro do Gênesis: “Deus criou o ser humano a sua imagem, macho e fêmea Ele os criou”(1,27). No segundo Testamento, centrado na figura do Cristo se diz: “não há homem nem mulher, todos são um em Cristo Jesus”(Gal 3,28).

 

b) Diferença e reciprocidade entre homem e mulher

 

Dentro da igualdade de origem, se instaura a diferença, entendida como abertura um ao outro, vale dizer, como reciprocidade. O relato mais arcaico do Gênesis (2,18-23), de tendência geral fortemente masculinizante, acentua essa reciprocidade. Eva, embora tirada da costela (lado) de Adão, é apresentada não como a mulher com quem este vai ter filhos, nem como serva da casa, mas com seu vis-à-vis e interlocutora. O modismo hebraico para expressar essa mutualidade vem expresso pelas palavras de Adão: “eis alguém que é osso de meus ossos e carne de minha carne”(Gn 2,24). O próprio  Paulo, podia expressar assim a reciprocidade: “o marido cumpra o dever conjugal para com a mulher e, igualmente, a mulher em relação para com o marido”(1Cor 7,4).

 

c) Homem e mulher, caminhos para Deus

 

Se homem e mulher são imagem e semelhança de Deus significa que Deus é encontrado neles. Aprofundando o conhecimento do humano, masculino e feminino, surpreendemos Deus cuja natureza apresenta as qualidades positivas dos princípios masculino e feminino.

 

Em termos rigorosos da teologia, quando dizemos Deus-Pai não dizemos uma coisa diferente do que quando dizemos Deus-Mãe. Por pai e mãe, pretendemos, teologicamente, expressar que a vida e a inteira criação têm sua origem em Deus e que se encontra sempre sob o cuidado e providência amorosa de Deus. Isso pode ser perfeitamente expresso pela categoria pai ou  mãe. Portanto, temos sempre um caminho aberto para Deus, pela via do masculino e pela via do feminino. Diminuindo o valor da mulher temos uma imagem distorcida de Deus. Ficando exclusivamente com o homem encontramos não um pai amoroso mas um juiz justiceiro. Destruindo o humano perdemos Deus. Perdendo Deus, perdemos o sentido derradeiro de todas as coisas.

 

d) Homem e mulher, caminho de Deus

 

A imagem (ser humano) remete ao modelo (Deus). Se Deus mesmo tem dimensões masculinas e femininas, então é sob essa forma que Ele se revelou e auto-comunicou na história. Emerge como uma Energia criadora primordial, como aquele Pai que acompanha e protege ou como a mãe que cuida e consola (Is 66,13), mãe incapaz de esquecer o filho de suas entranhas (Is 49,15; Sl 25,6; 116,5) e que, no termo da história, como a grande e generosa Magna Mater  enxugará nossas lágrimas, cansados de tanto chorar pelos absurdos que não entendemos (Ap 21,4). O feminino e masculino são caminhos de Deus para conosco.

 

Há ainda uma maneira de nomear Deus no cristianismo que  é na forma de Trindade de divinas Pessoas: Pai, Filho e Espírito Santo. As Pessoas significam relações de reciprocidade, de comunhão, de mutualidade, de inclusão, numa palavra, de  amor. Deus emerge como um jogo de energias originárias e eternas que somente existem na medida em que coexistem, são uma para a outra, com a outra, pela outra e jamais sem a outra. Nenhuma dela pode ser tomada em si sem as outras. Onde está uma estão simultaneamente as outras. É o que a teologia chama de pericórese, vale dizer, a inter-retro-relação e interpenetração das Pessoas divinas entre si. Não é mais o monoteísmo dos judeus e muçulmanos pré-trinitário. É o monoteísmo trinitário cristão. Ele funda um outro tipo de unidade divina, não dada previamente, mas sempre se construindo pelo jogo das reciprocidades e de inclusões. Por isso dizemos que a essência íntima de Deus não é a solidão do Uno mas  a comunhão de três Únicos (o único não se soma) que pela relação recíproca, se  uni-ficam, ficam um único Deus-amor-relação.

 

Num nível existencial quando dizemos Trindade, no fundo queremos dizer: o Deus que está acima de nós chamamos de Pai, o Deus que está ao nosso lado chamamos de Filho e o Deus que está dentro de nós chamamos de Espírito Santo. Não são três deuses (porque cada Pessoa é única e por isso não pode ser somada) mas é um e o mesmo Deus que, no nível existencial, assim se revela e assim é experienciado.

 

Pelo fato de em Deus haver diversidade e unidade, então sua imagem no mundo, o homem e a mulher, serão também diversos e unos sendo impossível pensar o feminino sem o masculino e o masculino sem o feminino.

 

e) Homem e mulher em Deus

 

Por mais que estejam, inarredavelmente, imbricados um no outro e se busquem, insaciavelmente, o homem e a mulher não encontram a resposta de seu vazio abissal nessa relação recíproca. Neles há um infinito que somente o Infinito de Deus os pode preencher.  Ambos, pois, são chamados a se auto-transcender, na direção do Infinito que os pode realmente saciar. Ai repousam e se perdem para dentro do infinito Amor e da radical Ternura. É a pátria e o lar da completa identidade e da total realização. O feminino encontrará o Feminino fontal e o masculino o Masculino abissal. Dar-se-á o que todos os mitos narram e todos os místicos testemunham: o esponsal definitivo, o festim eterno e a fusão do amado e da amada no Amado e na Amada transformados, na expressão de S.João  da Cruz.

 

Leonardo Boff é teólogo e escritor.Escreveu O rosto materno de Deus, Vozes 2005.

  

Imagem: https://www.afsformacion.com/blog/dia-internacional-de-la-mujer-trabajadora-la-lucha-por-la-igualdad-de-oportunidades 

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