08 de Marzo de 2018
[Por: Alirio Cáceres]
El 3 de marzo se celebra el Dia Mundial de la Naturaleza Silvestre. Paradójicamente, un 3 de marzo, hace dos años, el mundo se enteró del asesinato de Berta Cáceres. Ella, perteneciente al pueblo Lenca en Honduras, defensora de los ríos y amante de la sabiduría y la justicia, con su muerte, abrió una nueva página para entender el significado de una “ecología integral”. Pues como el Papa Francisco describe en la encíclica Laudato si´, no se trata “dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino (de) una sola y compleja crisis socio-ambiental” (LS 64). Por lo que, “un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS 47).
En la madrugada de ese 3 de marzo, la noticia circulaba con desespero. Arrancaron una de las más hermosas flores. La vida humana hace parte también de la naturaleza. Todo está interligado como canta el padre Cireneu Kuhn. “Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad” (LS 240).
Por eso, penetrar en las profundidades de la vida, pasión, muerte y resurrección de Berta nos remite a la fuente de la Vida Eterna, tan mencionada en las Sagradas Escrituras y tan propia de las preguntas existenciales que cada cultura se ha planteado a lo largo de los siglos.
“¡Berta no murió, se multiplicó!” es la premisa de sus seguidores, especialmente del COPINH (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras) en el que ella sembró la semilla de su testimonio y liderazgo. “Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño” había dicho San Romero de América poco antes de su martirio. “Arrancaron nuestros frutos, cortaron nuestras ramas, quemaron nuestro tronco, pero no pudieron matar nuestras raíces” repite la tradición del Popol Vuh. "Podrán cortar todas las flores pero no podrán detener la primavera", frase atribuida a Neruda y asumida por los movimientos sociales. “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, da abundante cosecha” (Jn 12, 24) repite la fe cristiana para comprender el hondo sentido del escandalo de la cruz que se torna en árbol de la vida y la esperanza.
Esa convergencia de interpretaciones sobre el hecho de la muerte. Esas voces de animación y resistencia que se leen interculturalmente. Esa experiencia que resalta que la existencia va más allá de las pulsaciones y el aliento, conduce a descubrir otro sentido al sin-sentido de la violencia y la muerte prematura. Berta en su sabiduría lo intuía: “Vos tenés la bala…Yo la palabra…La bala muere al detonarse…La palabra vive al replicarse”.
Desde esa perspectiva no es extraño afirmar que Berta no murió al arrancarla como una flor silvestre. La constatación es que Berta se ha multiplicado. Su mensaje vive y se replica. Ella comprendía el mundo desde una cosmovisión indígena. En los orígenes de la Iglesia se comenzó a reconocer que “sangre de mártires, semilla de cristianos”. La cercanía de Berta al cristianismo estaba mediada por la lucha en función de la dignidad de los pueblos. Incluso hay imágenes suyas con el Papa durante el Encuentro de Movimientos Populares en Roma, octubre de 2015. Ella era considerada parte de los “poetas sociales” como hermosamente los describe Francisco. Sin embargo, fue señalada, ignorada, difamada por algunos sectores eclesiásticos en Honduras. También, a su manera, afrontó su viacrucis.
El punto de reflexión es la coincidencia entre la lectura cristiana de la muerte y el sentido que los pueblos originarios cercanos a Berta, le dan a su memoria vigente en las luchas por el río y por su gente.
Algo similar ha planteado el Padre Dario Bossi en la Red Ecuménica “Iglesias y Minería”: ¿Cuál es la espiritualidad que anima nuestras luchas? Expresado de otro modo, ¿Qué es aquello “invisible” que mueve las acciones visibles para defender los territorios y sus pobladores ante la amenaza del extractivismo? Y las respuestas afloran desde la diversidad de culturas, eco-espiritualidades y ecoteologías. Las narrativas existenciales señalan que hay un poder mucho más poderoso que la calumnia y que las balas. ¿La locura de la cruz?
Chico Mendes, hace 30 años, un 22 de diciembre fue sembrado para la eternidad. Dorothy Stang, casi 50 días después de la Navidad, el 12 de febrero de 2005 unió su sangre a la lluvia y al suelo amazónico como una ofrenda eucarística en el pentecostés su martirio. “Su sangre bañó la tierra que amó y defendió”, resume preciosamente Luiz Carlos Susin en un texto publicado en Concilum N° 331 en 2009. Hoy por hoy, hay tantos héroes anónimos, tantos mártires de la Creación, que la historia del Resucitado se encarna en el caminar de nuestros pueblos, en el dolor de las viudas y los huérfanos, en la perplejidad de tantos y tantas discípulos de Emaús del Siglo XXI, que vencen el terror con la certeza de una nueva presencia de la vida que no muere. Es que el amor es más fuerte que la hermana muerte.
La lucha de Berta continúa. Ella, en su espíritu femenino estaba llamada a salvaguardar las aguas. Tenía la capacidad de hablar con el río. “Venceremos”, le dijo un día. Los proyectos hidroeléctricos y la especulación financiera sobre la energía obtenida de las aguas, sigue atropellando a los ecosistemas y a sus habitantes.
Berta aun no es suficientemente conocida en los ámbitos eclesiales. El relato de su vida es también buena noticia para muchos. Es un texto de esperanza.
Sus palabras al recibir el premio Goldman en 2015, siguen vigentes (https://www.youtube.com/watch?v=AR1kwx8b0ms). En ellas se reconocen cientos de personas que ofrendan su vida por su mundo mejor, rompiendo el cascarón de la auto-referencialidad y abriéndose al abrazo universal de la “samaritanidad”.
En estas fechas que conmemoramos el Dia Internacional de la Mujer, de la mujer trabajadora y se reivindica la lucha por sus derechos. En este tiempo de camino cuaresmal, de conversión ecológica, de preparación a la Transfiguración definitiva. En estas horas de inminentes riesgos para los defensores y defensoras del territorio, la pascua de Berta, sale también a nuestro encuentro, para acercarnos a la profunda experiencia del Maestro, espantar los miedos y estrechar los vínculos.
No. No sabían, Los asesinos de Berta y tantos otros sacrificados por un sistema patriarcal, racista, depredador y consumista no lo sabían. “La enterraron, pero no sabían que era semilla”.
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