02 de Febrero de 2018
[Por: Carolina Vásquez Araya]
Leo sus palabras y me vienen a la mente las devastadoras imágenes de tantos miles de niñas y niños silenciados y sometidos al poder de un padre abusador. No es un cuadro excepcional y esa, no cabe duda, es la parte más triste de la historia. Pero nadie quiere aceptarlo porque eso representa el quiebre definitivo de la unidad familiar. Una unidad solo presente como parte de una utopía, un deseo inconsciente de negar lo malo para aferrarse con uñas y dientes a una estabilidad tan falsa como perversa…
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