[Por: Marcelo Barros]

Hasta hoy, resuena el cántico que, según el Evangelio, los mensajeros de Dios han entonado en la noche de Belén: “Gloria a Dios en el más alto cielo y Paz en la tierra a todos los seres humanos, a los cuales Dios quiere bien”. Aunque sea cristiano, el mensaje de Navidad es dirigido a toda humanidad y especialmente a los más pobres.

En la primera noche de Belén, el anuncio del nacimiento de Jesús se dio fuera de los templos. Sus primeros destinatarios fueran los pastores del campo, gente marginada por la sociedad y por la misma religión. 

Hoy, también es importante que el mensaje de paz de la Navidad alcance a la humanidad entera. Es un llamamiento al amor como opción de vida y aliento de esperanza que confirma: este mundo tiene salvación y nosotros tenemos que, con nuestra forma de vivir, testimoniar eso.  

Sin embargo, en un mundo injusto y desigual, para restablecer la justicia y la igualdad, ese mensaje debe partir de los más pobres. Viene a través de voces diferentes. Los pueblos indígenas proponen el Bien-vivir como paradigma cultural para toda la humanidad. Los labradores sin tierra defienden las semillas criollas y proclaman el agua como bien común y derecho de todo ser vivo. Los trabajadores sin techo arman campamentos, verdaderas profecías de solidaridad humana. Como dijo el Papa, al luchar por Tierra, Trabajo y Techo, las organizaciones sociales están tejiendo poesías de esperanza para el mundo. 

Por hablar sobre el Papa, de todos los rincones del mundo, personas de las más diferentes religiones y culturas lo acogen como mensajero divino en esa Navidad. En su mensaje a la humanidad, el papa Francisco nos dice:  

Navidad es usted cuando decide nacer de nuevo, cada día, dejando que Dios penetre en su interior. (...) La luz de la Navidad es usted cuando ilumina con su vida el camino de los demás, a través de la bondad, la paciencia, la alegría y la generosidad. 

Los ángeles de Navidad son ustedes cuando cantan al mundo un mensaje de paz, de justicia y de amor. (...) La melodía de la Navidad es usted cuando consigue encontrar armonía interior. (...) La felicidad de la Navidad es usted, cuando perdona y restablece la paz, aunque todavía esté sufriendo. 

El pesebre de la Navidad es usted cuando sacia de pan y de esperanza al pobre que está a su lado. Usted es sí la noche de Navidad, cuando, humilde y consciente, en el silencio de la noche, recibe al Salvador del mundo, sin ruidos, ni celebraciones. Usted es sonrisa de confianza y ternura en la paz de una Navidad perenne que establece el reino divino en usted y en los otros hermanos y hermanas. 

Una feliz Navidad para todos y todas las que se parecen a la Navidad ".

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