30 de Julio de 2010
La tierra tembló el 12 de enero pasado, ocasionando un impresionante y doloroso cortejo de devastación, destrucción, lagrimas y pérdidas irreparables. La situación de los derechos de la persona, seis meses después, es alarmante. Sin embargo, pareciera que las estructuras de dominación no sufrieron la más mínima sacudida. Al contrario, esas estructuras de nuestra sociedad, caracterizadas por la exclusión brutal de la mayoría y por una violencia estructural contra las masas populares, parecen reforzarse. Lo que implica la agravación y aceleración de la pauperización, aumentando la dependencia y confirmando la decadencia colectiva
La tierra tembló el 12 de enero pasado, ocasionando un impresionante y doloroso cortejo de devastación, destrucción, lagrimas y pérdidas irreparables. La situación de los derechos de la persona, seis meses después, es alarmante. Sin embargo, pareciera que las estructuras de dominación no sufrieron la más mínima sacudida. Al contrario, esas estructuras de nuestra sociedad, caracterizadas por la exclusión brutal de la mayoría y por una violencia estructural contra las masas populares, parecen reforzarse. Lo que implica la agravación y aceleración de la pauperización, aumentando la dependencia y confirmando la decadencia colectiva
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