11 de Diciembre de 2017
[Por: Sofía Chipana Quispe]
¡Despertemos, despertemos humanidad, ya no hay tiempo!
Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de estar solo contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal.
Bertha Cáceres
En las diversas peregrinaciones por la vida, he estado resonando las palabras de la ancestra Bertha Cáceres, y más aún en estos días en que su querido y golpeado pueblo Honduras, vive una coyuntura política cooptada por el poder de unos cuantos. Esta realidad me conecta con el contexto que vivimos en Bolivia en lo que se refiere al contexto político, económico y social, pues estamos atravesando una serie de situaciones que a muchas/os nos llevan a preguntarnos sobre el sentido del poder político partidista.
Mientras camino por las convulsionadas calles de La Paz, hago memoria del proceso político que vivió el actual partido de gobierno (MAS), siento que el vínculo de los pueblos con la hoja milenaria de la Coca, y la Inal Mama1, conspiró en su fortalecimiento como movimiento social, pues recibió el apoyo de los pueblos y organizaciones sociales que sentían que había llegado el Pachakuti, un nuevo tiempo para el restablecimiento de la armonía, el equilibrio, en la que se hacían presente los líderes indígenas que habían resistido en nuestros territorios, y que estaban avivando las diversas resistencias y luchas contrahegemónicas que acontecieron entre el tiempo de la constitución del MAS, de 1998 al 2005, que dio paso a la afirmación de una presencia indígena, que llevó a Evo Morales a la presidencia.
Ahora le convendría no sólo recordar, sino sentir la fuerza que le otorgó, esa ‘otra Bolivia’ a la que ni siquiera los partidos de izquierdas reconocieron como una fuerza reconstituyente, para reencaminar su sentido de gobernar obedeciendo al pueblo, pues parece estar cayendo en lo que siempre ha denunciado, el poder hegemónico.
Desde la memoria de los procesos que vimos con esperanza en algunos territorios, hoy evoco la denuncia que hacía Bertha Cáceres sobre la depredación capitalista, racista y patriarcal, que los diversos gobiernos, así sean de izquierda, les cuesta dejar, pues aún conservan la herencia de una democracia racista, patriarcal, con pocas alternativas para salir del capitalismo, y ni qué decir de los otros modos de propuestas políticas de derechas.
En esos contextos, no podemos negar que hay diversas propuestas alternativas, y hago mención de un proceso sumamente significativo que resuena ahora en mi corazón, desde que tuve la oportunidad de pisar el suelo sagrado de Chiapas, territorio profundo, que me ayudó a ver a México, más allá de ciudad Juárez, los/as desaparecidos/as, la migración, los cárteles de la droga, la violencia, que están ahí; sin embargo, también se tejen otras fuerzas vinculadas a las sabidurías ancestrales, como será la propuesta de las comunidades Zapatistas, experiencia poco conocida, o inmediatamente asociada a su carácter “armado”, con todo, se trata de comunidades que no tienen la pretensión de presentarse como referentes, sino propiciar “un mundo donde quepan muchos mundos”.
Desde la convocación de la rebeldía, junto al zapatismo, surge el Congreso Nacional Indígena de México en 1996, para seguir haciendo respetar su palabra y presencia como pueblos, es así que después de 20 años de caminar como comunidad abierta junto a las otras comunidades indígenas y no indígenas, se propone plantear una presencia con mayor fuerza política en los diversos territorios, para lo que se constituye el Consejo Nacional Indígena, un espacio que representa a la rica pluralidad de presencias y pueblos, desde la que ahora empiezan a gestar una propuesta cósmico político, con principios claros, que no son nuevos, sino la suma de las experiencias de las otras formas de entender la autoridad, el gobierno, por lo tanto el poder; que las sociedades que aún conservan fuertes cargas coloniales en la comprensión de la “democracia”, difícilmente podrán aceptar esos otros modos de hacer política que amenazan su poder.
Sin embargo, para nuestros pueblos y territorios indígenas, se trata de procesos necesarios para seguir tejiendo la Red de la Vida, desde la reconstitución necesaria de los pueblos.
Pero lo más significativo, es que la portadora de esta propuesta, es una sanadora, una mujer dedicada a la ciencia de la medicina ancestral, María de Jesús Patricio Martínez, a quién llaman Marichuy, y como decían los/as representantes de los pueblos en su elección “ella será nosotros y nosotras”.
Se trata de un nombramiento, que rompe con la estrategia y manipulación patriarcal, pues su designación parte del reconocimiento de la exclusión de las mujeres indígenas y su vulnerabilidad; para presentarlas en las diversas formas de participación en las comunidades que se desafían a superar el machismo cotidiano, y conseguir que los pueblos hablen, como colectivos horizontales.
El Consejo Nacional Indígena hace camino junto a Marichuy, rompiendo con todas las trabas que el sistema establecido impone, pero con plena autonomía y dignidad, enfrenta a ese poder capitalista que lucra con la violencia de su pueblo. Como diría Eduardo Galeano, se trata de “la industria de la violencia, la vende como espectáculo y la convierte en objeto de consumo”. Pero también hace frente al sistema racista que observa el recorrido de los cuerpos y rostros a los que había llevado a los niveles de los “nadie”, que ahora ofrecen sus palabras desafiando al poder patriarcal y machista, a fin de plantear otras formas de autogobierno, como pueblos indígenas y no indígenas que son explotados, despreciados, robados y reprimidos.
Siento una gran conspiración del cosmos, que no se da a través de convulsiones sociales, sino con calma y con pasos firmes, después de haber vivido un tiempo de gestar la semilla que ahora brota y se ofrece como una ofrenda para los pueblos que saben leer su sentido. Es un primer tiempo, pero muy significativo, por lo que invoco a los espíritus de todas las semillas para que la protejan de las fuerzas destructoras, hasta que alcance su maduración y puedan ofrecer frutos que procuren la vida digna y plena.
La esperanza de los poderes del cosmos, nos llega en el caminar de una mujer cargadita de pueblos, que se presenta frente a ese gran muro de la intransigencia, la segregación, con dignidad. Y me quedó con las palabras de la cantante oaxaqueña, Lila Downs, que me conecta a los caminares y sentires de Marichuy:
Horas y horas acabándome por ti.
Ya no seré la que se agacha y cae,
A mí se me respeta la cuota inka, azteca, mapuche, maya,
Mi herencia es una advertencia.
El mundo no se acaba porque yo no lo permito.
Yo soy las lágrimas en esta piedra y danzaré este ritmo a la Madre Tierra.
Citas
1 Nombre del espíritu protector de la hoja de coca, sobre todo en los rituales en los que adquiere un sentido sagrado que convoca y vínculo la fuerza de las ancestras/os, en su dimensión curativa y de sabiduría.
Imagen: http://radiozapatista.org/wp-content/uploads/2016/03/berta1.jpg y https://redhsite.files.wordpress.com/2017/10/marc3ada-1.jpg?w=350&h=200&crop=1
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