07 de Diciembre de 2017
[Por: Marcelo Barros]
En la preparación para celebrar la Navidad, las Iglesias cristianas antiguas leen bellos textos de profetas bíblicos sobre la venida del Mesías e insisten en que las comunidades deben intensificar la esperanza en la venida del reinado divino en ese mundo.
La realidad actual de nuestros países y del mundo nos da pocos motivos para mantener la esperanza de un futuro mejor. Cada día, la sociedad dominante se hace más desigual e indiferente al sufrimiento de los más pobres. Los imperios predican que el peor flagelo que amenaza a la humanidad es el terrorismo. De hecho, esa campaña solo provoca miedo y tiene como finalidad justificar un terrorismo de Estado en todo más destructivo que la acción de fanáticos que matan inocentes. Actualmente, lo que más amenaza la humanidad no es el terrorismo, sino los cambios climáticos provocados por la ambición humana que produce miseria y destruye la naturaleza.
Los poderosos del mundo no aceptan cambiar ese modelo civilizatorio, pero la propia Tierra grita: si la humanidad prosigue en ese camino, el propio sistema de vida se volverá inviable en el planeta. Grupos alternativos profundizan estilos de vida basados en la sobriedad y contra el consumismo. Los pueblos indígenas proponen como paradigma el bien-vivir como objetivo de las sociedades y camino de espiritualidad.
Las religiones no llegan a cuestionar las estructuras de odio y violencia que organizan el mundo. El papa Francisco parece ser el único líder mundial que llama la atención sobre la urgencia de transformar esa realidad. Tres veces, reunió a cientos de representantes de movimientos sociales de todo el mundo para escucharlos y confirmarlos en sus luchas por un mundo más justo. A ellos, el Papa dijo claramente: "ese sistema que domina el mundo es, por naturaleza, cruel y asesino".
En la carta sobre el cuidado de la Tierra, nuestra casa común, pide una alianza de toda la humanidad. Debe ser iniciativa de personas y grupos de todas las religiones y culturas en favor de la Tierra, la Vida y la justicia eco- social.
Cada día, el Papa revela que ese es un trabajo que se va a construir poco a poco a partir de las bases. En el caso de los cristianos, eso actualiza la palabra de un profeta:
“Voz de lo que grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, hacen en el desierto un camino para que Dios pase. Todo valle será elevado y los montes y colinas serán rebajados. Lo que es torcido se enderezará y lo que es áspero se aplanará. La presencia de Dios se manifestará y todas las criaturas a ver, pues el Señor así lo prometió "(Is 40, 3 - 5).
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