Sabiduría indígena: un saber contra-sistémico y alter-sistémico

29 de Noviembre de 2017

[Por: Juan Manuel Hurtado López]




En los últimos años en el sureste mexicano hemos compartido los saberes de los Principales, de los ancianos y de las ancianas sobre la curación de enfermedades desde la cosmovisión maya. Esto lo realizamos desde nuestras regiones y luego a nivel de los pueblos mayas del sureste. En el XXVII Encuentro de Teología India mayense, celebrado en este mes de noviembre, compartimos las sabidurías, conocimientos y experiencias para curar enfermedades. Veíamos que esta sabiduría es contra-sistémica y alter-sistémica.

 

Es un saber que tiene que ver con la integralidad y la interconexión de la vida con todos los seres de la creación: el sol, la luna, las plantas, los animales, el fuego y la tierra, el agua y el viento, los seres humanos y los antepasados que ya se fueron. Es una sabiduría que está en comunión íntima con Dios a quien siempre se le invoca.

 

La armonía entre el pensar y el actuar está en relación con la naturaleza y con Dios. No se debe romper esta relación, de lo contrario, no hay vida. Dios, el hombre y la creación caminan al mismo ritmo, no hay prisas, nadie va adelante ni atrás. El hombre no “hace” camino, es el camino mismo cuando se escucha en lo profundo de su ser y lo pone en armonía con la creación y con Dios. El camino somos todos los que caminamos, los que escuchamos la palabra sabia de nuestros abuelos y abuelas; el camino somos todos los que hacemos la historia, con nuestras luces y sombras como la madre Luna.

 

El compartir esa sabiduría contrasta mucho con el saber en Occidente. Georg Gadamer, filósofo alemán, tiene una afirmación estremecedora: “Saber de dominación es el saber de Occidente1. Para él, el saber de Occidente ha servido para imponer una ideología, instrumentalizar la razón e imponerla a los pueblos del Tercer Mundo vía la tecnología. Es un saber de acumulación. En nuestra sociedad, el saber se asocia con dinero, puestos, influencias, gobierno. Es un saber individualista que daña la creación, que causa desigualdades e injusticias, como señala el papa Francisco en su encíclica Laudato Si’.

 

Jean Pierre Dupuy llega a afirmar que en realidad en la sociedad secularizada se da una sustitución. Lo que acontece en el fondo es el desplazamiento de lo sagrado hacia el mercado. Se da una sustitución: ahora en el lugar de Dios ha entrado el mercado con ayuda de la ciencia y del avance tecnológico2. A él se le da el nuevo culto y se le sacrifican vidas humanas, salud, derechos, dignidad.

 

Cuando escuchamos la sabiduría dada a nuestros abuelos y abuelas, que en miles de años la fueron plasmando en su trato a la tierra, a las plantas, a los animales, a su relación con el sol, la luna, el fuego, el aire, el agua, la tierra, los antepasados y con Dios, descubrimos que estamos ante “otra sabiduría, otro conocimiento”. Ante un mundo en devastación, con pobreza, con desigualdad y exclusión, las palabras sabias de los abuelos y abuelas de nuestras culturas ancestrales nos pueden iluminar y ayudar para ir forjando entre todos ese “otro mundo posible” que tanto deseamos y que se nos impone como un desafío.

 

Con profundo respeto les comparto lo que un Principal nos dio a conocer: las 13 palabras floridas y cantadas que nuestros abuelos y abuelas  han heredado”.

 

Esta palabra y consejo sabio que nos han dado y que tenemos que transmitir a los nuevos médicos tradicionales, a los sanadores para ir caminando y creciendo y abrir nuestro corazón a los regalos que se nos han dado.

 

1. El endiosamiento: Dios, el Formador y Dador de la vida es el que sana, nosotros somos instrumentos de Dios para sanar. Éste es el primer principio de todos los sanadores.

 

2. Entender la íntima e intrínseca relación de todo lo que existe y con todo lo que Dios creó: Nuestra relación con la tierra, la luna, el sol, las plantas y los animales.

 

3. El respeto: Respeto a las plantas, a los animales, a todo lo creado. Tenemos que pedirles permiso porque son parte de Dios, ellos nos dan su esencia para poder sanar; si no pedimos permiso, sería un robo, y se pierde la energía.

 

4. Humildad: todo sanador o médico tradicional tiene que aprender a recibir con humildad y servir con sencillez, los dones no son para alimentar la soberbia.

 

5. Guardianes, servidores y cuidadores de la familia, la comunidad y del pueblo con cariño, amor y respeto.

 

6. No cobrar: El auténtico sanador es el que te recibe y te da confianza, platica, comparte con la persona pero jamás te dice cuánto te va a cobrar; cuando se cobra, no se hace el servicio con amor. Cuando uno ayuda y te preguntan cuánto es, el sanador dice lo que me quieras dar. Si te da mucho, el sanador solo toma lo que necesite. Este principios es por el cual reconocemos a los auténticos sanadores, ellos no ponen precio por su servicio.

 

7. Aprender a sanarnos a nosotros mismos: sanar nuestro carácter, nuestro pensamiento, nuestra soberbia para poder ayudar a sanar y dar la fuerza de la vida.

 

8. Ser mujeres y hombres de oración: que al  levantarnos y poner nuestros pies en la tierra, agradecemos a Dios, a las abuelas y abuelos y a la vida. Esa oración se continúa en el suelo donde nos llegan los regalos de Dios, de los maestros, abuelas y abuelos que nos comunican en los sueños.

 

9. Los sueños: Cuando está en descanso nuestro cuerpo, se nos comunica por el Ajaw Dios quiénes van a llegar en nuestra casa y qué les vamos a decir y dar para que sane.

 

10. Aprender a escuchar el espíritu: no dar un diagnóstico precipitado, tenemos que estar seguros de lo que vamos haciendo. Darnos tiempo para el silencio y para escuchar al espíritu.

 

11. Respeto a las abuelas y abuelos que ya se fueron y que están aquí, que nos van guiando. Ese sentido de respeto y agradecimiento por su sabiduría, saberla transmitir.

 

12. Agradecer la sabiduría: agradecer la sabiduría dada por las abuelas y abuelos y compartirla.

 

13. Todo médico tradicional tiene que darle más importancia a la medicina  preventiva, la buena alimentación, el buen vivir.

 

Estos trece principios son los que fortalecen nuestro servicio. Para fortalecer el sentido de humildad y de amor.

 

Cuando uno escucha esta propuesta de las palabras floridas de los abuelos y abuelas, no cabe más que pensar en la propuesta evangélica de Jesús que  también es anti-sistémica y alter-sistémica. Es decir, que desde el inicio propone una plataforma muy distinta de pensar y crear el mundo, la sociedad, la convivencia humana. El “Sermón del monte” permanece como la gran propuesta innovadora de Jesús.

 

Dos o tres textos del Evangelio nos pintan de un plumazo esta perspectiva. Decía Jesús de Nazareth: 

 

Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños, y los que tienen algún puesto hacen sentir su poder. Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes, que se haga el servidor de todos: y el que quiera ser el primero, que se haga siervo de todos (Mc 10,42-44). 

 

Cuando ofrezcas un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos, a los ciegos, y serás feliz porque ellos no tienen con qué pagarte (Lc 14,13-14). 

 

Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero (Mt 6,24c). 

 

Nos decían los Principales, médicos tradicionales: la curación es un don recibido de Dios. A Él hay que agradecer. Y este don es para ponerlo al servicio de los que sufren. Hay que pedirle a Dios de quien es el don, que Él sane la enfermedad.

 

Con este aporte de la sabiduría indígena, podemos decir que este mundo sí tiene remedio, siempre y cuando nuestro saber y nuestro método de trabajo sean alter-sistémicos.

 

Citas

 

1 GADAMER, H.  Georg, Wahrheit und Methode. Tübingen 1965, 2a.Ed.

 

2 DUPUY, Jean-Pierre, La crisis y lo sagrado. Universidad de la Tierra. San Cristóbal de las Casas, Chiapas. 2012.

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