16 de Noviembre de 2017
[Por: Juan Manuel Hurtado López]
“Don Samuel, junto con obispos como Don Hélder Cámara… Don Leonidas Proaño… Don Pablo Evaristo Arns… Don Oscar Arnulfo Romero... forma parte de una página brillante de la Iglesia latinoamericana”
Muchas son sin duda las maneras de abordar la celebración de los 50 años de Medellín que vamos a realizar el próximo año. Con este motivo varias Instituciones, Redes, Universidades, colectivos y grupos planean realizar actividades para conmemorar tan fausto acontecimiento. En Amerindia también estamos organizando un Congreso teológico a celebrarse en la patria de Mons. Romero, ícono de los mártires de América Latina y del Caribe.
Una de las tareas en torno a Medellín, me parece, es recuperar a los artífices de Medellín, su perfil, su aporte. Esto nos llevará a tocar con la mano a quienes vivieron y fueron parte importante en la II Conferencia General del Episcopado latinoamericano. Así entenderemos mejor la trascendencia que tuvo Medellín como recepción crítica y creativa del Vaticano II en nuestro continente.
Quiero, entonces, referirme a Mons. Samuel Ruíz García, obispo de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, en el sureste mexicano, con quien tuve el regalo y la oportunidad de trabajar un poco más de dos años.
Cuando Don Samuel llegó a Medellín, llevaba en su corazón y en su responsabilidad el cuidado pastoral de una de las diócesis con mayor número de indígenas del país. Además, Don Samuel tuvo el privilegio de ser padre conciliar en las cuatro sesiones del Concilio Vaticano II. De allá trajo los aires frescos de renovación de la Iglesia que había empezado con el Concilio.
Pero también durante el Concilio Don Samuel pudo intercambiar experiencias con los obispos africanos sobre el tema de la evangelización a los pueblos, sobre todo a los indígenas. Como él mismo nos contaba, esto cambió radicalmente su percepción de lo que significaba evangelizar en tierras de misión. Don Samuel llegó a Medellín con la visión del Vaticano II y con la búsqueda ya en ese entonces de aplicarlo en la vida de la diócesis.
En la Conferencia de Medellín, del 26 de agosto al 7 de septiembre de 1968, Don Samuel fue participante y ponente. Más tarde, por nombramiento del Consejo Episcopal latinoamericano (CELAM), Don Samuel sería el responsable del Departamento de misiones –para la pastoral indígena– y también Presidente de ese Departamento al interior de la Conferencia del episcopado mexicano.
Don Samuel fue un pastor y un profeta. Acompañó una vastísima diócesis, con escasos caminos, con varias etnias indígenas y varias lenguas, con una enorme pobreza y marginación, con muchos problemas de tierras, de salud, de educación y trabajo. Aquí fue donde enraizó su ministerio pastoral y profético.
Son muchas las líneas pastorales que abrió en la diócesis a la luz del Concilio Vaticano II y de Medellín. Don Samuel promovió las escuelas de catequesis –hasta la fecha hay más 8 mil catequistas de adultos en las comunidades– el ecumenismo, el estudio y traducción de la Biblia a lenguas indígenas, el Diaconado indígena permanente, los Derechos Humanos, la mujer, las vocaciones autóctonas, el Pueblo Creyente como sujeto empeñado en la lucha por la justicia y la liberación del pueblo, el estudio de las culturas mayenses, el apoyo a miles de refugiados guatemaltecos que venía huyendo de la guerra, la Teología India, la construcción de una Iglesia ministerial con servicios y ministerios autóctonos, la puesta en marcha del Seminario Regional del Sureste (SERESURE) con las diócesis vecinas para la formación sacerdotal, la relación con las Iglesias de América Latina y El Caribe a través de la UMAE, la promoción de organizaciones en defensa de los pueblos indígenas de la región, la mediación para la paz cuando estalló el conflicto armado en 1994 entre el Ejército zapatista de liberación nacional y el Gobierno mexicano. En San Cristóbal de Las Casas promovió una casa para atención a mujeres indígenas abandonadas, que quisieran tener su bebé en condiciones seguras.
En 1974, a la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas con Don Samuel a la cabeza, le tocó organizar el Congreso Indígena para conmemorar los 500 años del nacimiento de Fray Bartolomé de Las Casas. Este Congreso fue decisivo en la historia reciente de la diócesis. En 1975, en la Asamblea Diocesana Don Samuel asumió públicamente la opción por los pobres e invitó a hacerla a todos los agentes de pastoral ahí presentes. Y su gran obra, el III Sínodo Diocesano de 1995 a 1999, que rige actualmente la vida de la diócesis.
A esto se añade su gran contacto con las Iglesias de América Latina, haciéndose presente en Congresos, Encuentros, estudios.
A semejanza de Amós, de Isaías, Don Samuel mostró su talante profético, hizo grandes y fuertes denuncias proféticas contra un sistema de muerte que oprimía a los indígenas con los finqueros y los ganaderos y con la discriminación racial, sobre todo en la Ciudad de San Cristóbal. Es muy conocida su excelente Carta Pastoral “En esta hora de Gracia”, en la que Don Samuel hace una denuncia profética de las graves injusticias que aquejan a la sociedad y sobre a todo a los pobres, a los indígenas y cuál es la voluntad de Dios y la tarea de la Iglesia en esta hora.
Esto le valió ataques de todo tipo: calumnias, acusaciones, persecución, intentos de asesinato. Pero la cruz que Don Samuel cargó, fue no sólo la promovida por el gobierno o los finqueros, sino también por algunos de sus hermanos en el Episcopado mexicano que se prestaban a las intrigas del gobierno y de las clases ricas y acaudaladas del país. Inclusive, llegaron a pedir su expulsión del país. Sólo que la noticia de esta medida estalló y la sociedad civil nacional e internacional presionó tanto que el Gobierno tuvo que desistir de ella. En varias ocasiones quisieron removerlo de la Diócesis, pero gracias al apoyo de la sociedad civil y de algunos obispos, la medida no pudo seguir adelante.
Don Samuel tiene frases estremecedoras. A la pregunta, en una situación delicada, de si corría riesgo su vida, dijo a los indígenas:
“Hermanos, ustedes sufren mucho y por ello queremos acompañarles en este sufrimiento; pero nos damos cuenta que ustedes y nosotros corremos un riesgo grande. Nosotros queremos correr todo el riesgo que ustedes quieran correr…”2.
A un sacerdote español que se empeñaba en acompañarle en esa situación, le dijo:
“No, porque puede ser que en el trayecto nos maten y ¿Por qué has de acabar aquí cuando no tienes nada que ver con todo esto…”1.
Otra frase que lo refleja mucho es la siguiente. Le preguntaban a menudo si tenía enemigos. Respondía Don Samuel:
“Yo no tengo enemigos, son los pobres que sí los tienen, porque son unos pobres que incomodan al sistema injusto”3.
Termino con la afirmación que hacía Don Raúl: “Don Samuel, un Padre de la Iglesia latinoamericana”, un profeta y pastor que marcó la II Conferencia Episcopal latinoamericana en Medellín.
Citas
1 VERA LÓPEZ, Raúl, Don Samuel Ruíz García, uno de los padres de la Iglesia Latinoamericana, en: HURTADO LÓPEZ, Juan Manuel, Don Samuel profeta y pastor. Razón y Raíz, S.C. México, D. F. 2016. Pág. 9.
2 Idem, Pág. 19.
3 Id, pág. 21.
4 Id, pág. 27.
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