10 de Noviembre de 2017
[Por: Diego Irarrázaval]
La tierra ofrece hospedaje a millones y millones de organismos vivos y a una humanidad que a menudo se cree dueña de todo. Desde hace más de medio siglo irrumpe mucha labor medioambiental y ecológica, que se suma a milenarias sabidurías que ven lo humano enraizado en lo cósmico. En estas últimas décadas también emergen políticas y programas educativos para cuidar la creación. Además, se han iniciado diálogos entre teología y ecología. Por otra parte, hay posturas mediáticas y frívolas sobre una cultura verde que es exaltada hasta en forma seudo-religiosa.
Este ensayo primero valora una gama de ciencias que examina el conjunto de seres vivos, y las propuestas de economía sostenible y de bio-política. Luego son retomadas fuentes míticas y cósmicas de carácter amerindio, y labores precursoras de pensadores cristianos. La conclusión es que lo científico y lo sapiencial son imprescindibles en la acción concreta y al pensar nuestra fe. Cabe agradecer a quienes con paciencia científica y calidad sapiencial dan luces para que continúe la vida en el planeta, para evitar un eco-suicidio, y para abordar terrenos complejos e interdisciplinarios en la Casa Común.
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