26 de Octubre de 2017
[Por: Víctor Codina, SJ]
Santo Tomás de Aquino distingue en la Iglesia una doble cátedra: la cátedra pastoral que corresponde a los obispos y la cátedra magisterial de los maestros de teología. Ambas cátedras no son paralelas sino convergentes, confluyen hacia el Misterio de la fe cristiana, aunque muchas veces haya tensión entre ambas cátedras. En los dos pontificados anteriores al papa Francisco, hubo más de 100 admoniciones a teólogos…
Pero esta cátedra magisterial no se limita solamente a los profesores universitarios de las facultades de teología, sino que se extiende a mujeres que han sido nombradas doctoras de la Iglesia sin haber sentado cátedra como Catalina de Sena, Teresa de Jesús, Teresa del Niño Jesús, Edith Stein… y a otros maestros espirituales como Francisco de Asís, maestro Eckhart, Ignacio de Loyola, Juan de la Cruz, Carlos de Foucauld, Madeleine Delbrêl, Roger Schutz, Teresa de Calcuta…
Más aún, si recordamos que Jesús en el evangelio exulta de gozo porque el Padre ha ocultado los misterios del Reino a los sabios y prudentes de este mundo y los ha revelado a los pequeños y sencillos (Lc 10,21; Mt 11,25; Jn 7,48), podemos preguntarnos si no podemos extender a los pobres el magisterio de la cátedra teológica. Si todos los bautizados han recibido la unción del Espíritu y el sentido de la fe, como afirma el Vaticano II (LG 12), en los pobres se realiza de modio especial.
El papa Francisco afirma que la religiosidad y piedad popular es un lugar teológico privilegiado, es decir una fuente de conocimiento verdadero del Evangelio de Jesús y que los pobres tienen mucho que enseñarnos (EG 126; 197-201).
Si esto es así, todos deberíamos acudir a la cátedra y magisterio teológico de los pobres para comprender mejor el evangelio. ¿Sucede esto así? No siempre, aunque en algunos casos se puede repetir lo que el obispo poeta Pedro Casaldáliga afirmaba de monseñor Romero: “Los pobres te enseñaron a leer el evangelio”.
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