La realidad es superior a la idea

24 de Octubre de 2017

[Por: Víctor Codina, SJ]




Esta formulación no procede de algún filósofo marxista o de algún político de izquierdas, sino del papa Francisco (La alegría del evangelio, 231-233).

 

No se niega la necesidad de reflexionar, sino que se critica una reflexión que no parta y no desemboque en la realidad, porque entonces hay peligro de caer en nominalismos, sofismas, fundamentalismos, totalitarismos, intelectualismos sin sabiduría y racionalismos fríos.

 

Esta prioridad de la realidad y su aceptación humilde es una tarea necesaria, pero muy difícil. Ordinariamente las personas, los grupos sociales y políticos, las instituciones religiosas, etc. tienden, tendemos, a escabullir la realidad, escamotearla, ocultarla, criticarla, a actuar como si la realidad no existiera, soñamos, proyectamos nuestras propias ideas, construimos castillos de naipes.

 

No aceptamos la enfermedad, menos aún la muerte. Los políticos no aceptan críticas, frenan a los medios de comunicación, acusan a sus opositores de ser lacayos del imperialismo y quieren perpetuarse en el poder con una actitud mesiánica. Los dirigentes de las Iglesias muchas veces presentan y formulan dogmas, documentos y liturgias totalmente ajenos a la gran mayoría del pueblo sencillo y sufrido que no comprende nada, porque no se ha partido de su realidad social y eclesial.

 

No se puede reducir la fe a pura retórica ni instalarse en formulaciones e ideas que aunque sean verdaderas y correctas en sí, no sirven para nada.

 

Los cristianos deberíamos tomar más en serio la encarnación de Jesús, la Palabra que se ha hecho carne y ha vivido en medio de nosotros, que ha asumido nuestra historia concreta en la realidad de Nazaret, que ha vivido cerca del pueblo, se ha solidarizado con sus sufrimientos y habló en parábolas que todos entendían porque partían de la realidad.

 

Hemos de partir de la realidad, encarnarnos en ella, porque es sagrada desde que Jesús la asumió y su Espíritu la dinamiza por dentro hacia el Reino de Dios. No podemos edificar sobre arena sino sobre roca, hemos de transfigurar la realidad a la luz de la Pascua.

 

En la formulación de Ignacio Ellacuría, se trata de hacerse cargo de la realidad, encargarse de la realidad y cargar con la realidad.

 

No hay que huir de esta realidad, ni sentirse amargado, sino resistir con esperanza. El Espíritu del Señor nos acompaña. En la realidad podemos encontrar al Señor.

 

 

“Si de noche lamentamos que ya no hay sol, no podremos contemplar la luminosidad de las estrellas” (Tagore).

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