No nos vamos a olvidar de Haití
[Autor Prueba]
Grandes crisis institucionales y catástrofes naturales llevan países a los titulares en todo el mundo y despiertan durante algún tiempo la atención de la prensa internacional y de los gobernantes. Pero después, sobre todo si el país víctima es pobre y periférico, sin peso en el juego geopolítico global, los reflectores se apagan, las noticias se tornan cada vez más raras, el clamor de solidaridad se enfría y buena parte de las promesas de apoyo son olvidadas. Hasta porque la reconstrucción de las áreas afectadas y la solución real de los problemas de su populación no sucede, obviamente, a la misma velocidad con que las noticias son difundidas en internet y en la televisión. Exige una actuación paciente y continuada, con inevitables altos y bajos, a lo largo de los años, que va mucho más allá del socorro humanitario. Y eso supone un fuerte compromiso ético y político de los países desarrollados.