Las paces del país del Sagrado Corazón
[Autor Prueba]
(Héctor Abad Faciolince) Si las FARC se desmovilizan, abandonan el narcotráfico, entregan las armas, piden perdón y reparan a las víctimas, la firma de un acuerdo se justifica Los que nacimos en la esquina de arriba de Sudamérica le hemos puesto a nuestro país, Colombia, algunos apodos y sobrenombres. Le decimos, por ejemplo, “el país del Sagrado Corazón”, por rezandero y absurdo. Y también “la tierra del Realismo Mágico”, porque aquí la desmesura verbal no es solamente de los escritores, sino de todo el mundo. La exageración es el vicio nacional. Nos encanta decir, por ejemplo, que llevamos cien años, no de soledad, sino de guerra. Y en esta hipérbole hay tanto de razón como de sinrazón.