Hoy por la madrugada…
[Carmen Portillo]
[Por: Carmen Portillo – Amerindia El Salvador]
“Venia de misionar de mi comunidad y me agarro la noche eran como las 8:30p.m. y tenía que pasar por una zona obscura y solitaria, de repente me encontré entre unos pasajes que lindaban con un rio sucio, a unos muchachos que desde que los vi, me llené de miedo, me preguntaron qué ¿de dónde venía? y les dije que de mi comunidad, les dio risa a los 7 muchachos, con sus cortes de cabello muy particular y sus cuerpos tatuados por todas partes. Uno de ellos me toco la cara y me agarro del brazo halándome para la obscuridad, en seguida me guiñé y presentí que algo malo me pasaría. Uno de los muchachos al ver mi actitud me dijo que no me preocupara que no me pasaría nada malo, que él no iba a dejar que me hicieran nada malo y yo le creí. Pero todo fue una farsa, solo me estaba engañando para que yo no me moviera del sitio (aunque eso era lo que deseaba en ese momento, desparecer de allí, pero mi cuerpo estaba paralizado del miedo) mientras el muchacho que me había halado del brazo, entró a la casa de en frente rápidamente y venía con un arma en su mano y me dijo: “con que no querés caminar, movete, me gritó” y yo le dije: si me van a matar, háganlo aquí porque yo no pienso moverme, entonces muy furioso, me apunto a la frente y me dejo ir un disparo que me mando al suelo, cuyo último pensamiento fueron mis hijos y pude sentir cómo me invadió en tan solo unos segundos, la cruel muerte. En ese mismo instante desperté llorando en mi cama y agradecí a Dios por ser una pesadilla. Lamentando que a la mayoría de personas que les ocurría esto, no contaban con mi misma suerte de estar soñando (…)”.
Descargue el artículo.