Jesús no fue fascista

04 de Enero de 2019

[Por: Víctor Codina]




Ya sabemos que es un anacronismo juzgar el pasado con criterios del presente. Históricamente el fascismo nace como un movimiento político-social italiano, después de la primera guerra mundial. 

 

Etimológicamente el fascismo tiene relación con las fasces romana, insignia del cónsul romano que se componía de un conjunto de 30 varas de madera fina, atadas con una cinta de cuero rojo que formaban como un cilindro que sujetaba una segur o hacha. 

 

Sin duda Jesús vivió en Palestina bajo el poder de las fasces del Imperio Romano.

 

En realidad, como ya decía Eco en 1995, el fascismo es un término muy amplio, una especie de collage, que sirve para nombrar a diversas ideologías totalitarias que defienden el culto a la tradición y el rechazo de lo moderno, la negación de la diversidad, el miedo a la diferencia, la apelación a los que se sienten frustrados económicamente, el machismo, un populismo selectivo contra el parlamentarismo, la acción por la acción y el grito de “¡viva la muerte¡”.

 

A estas características de Eco, otros autores, como Andrés Ortega (El País 23 de diciembre de 2018) añaden hoy al fascismo el nacionalismo sin compromiso (we first), el racismo antiinmigratorio (sobre todo antimusulmán), el supremacismo blanco, la homofobia y el machismo, la negación del cambio climático, el liderazgo fuerte, el autoritarismo, el rechazo del poder judicial independiente, la crítica a los medios críticos y a la libertad de información, la afirmación religiosa cristiana de cuño fundamentalista, (católica, evangélica y ortodoxa) y la política del miedo, 

 

Algunos autores hablan de que el fantasma del fascismo amenaza al mundo de hoy e incluso ven cierta semejanza con lo que en los años 30 sucedió en Europa. 

 

Todas estas nominaciones y aproximaciones son cuestionables, pero lo que sí es cierto es que la extrema derecha se va implantando en Europa y América de modo alarmante. Y que en algunos casos dice apoyarse en raíces cristianas y quiere formar a jóvenes bajo la bandera de una extrema derecha política cristiana y eclesial.

 

El mensaje y el estilo de Jesús es lo más opuesto al fascismo: habla de amor y fraternidad, justicia, preferencia por los últimos, humildad, servicio, comunidad, perdón, respeto a los diferentes, confianza y alegría sin miedo ni violencia, defensa de mujeres y descartados sociales, defensa de la libertad y crítica de los poderosos que oprimen al pueblo y luego se hacen llamar bienhechores. El evangelio de Jesús es lo más opuesto al Duce, al Führer, al Caudillo “por la gracia de Dios”, a los dirigentes actuales que se autoproclaman únicos Salvadores y Mesías insustituibles y necesarios.

 

Y aunque Jesús murió por instigación de la teocracia de las autoridades religiosas judías, fue el procurador romano Poncio Pilato que actuaba en nombre y defensa del César quien lo condenó a muerte por sedicioso y defensor de un reino que aunque no era de este mundo, cuestionaba la Pax Romana. 

 

Por es muy significativo que en el credo, símbolo de la fe cristiana, se diga que Jesús murió bajo el poder de Poncio Pilato. Algunos se escandalizan de que en el credo se nombre a Poncio Pilato junto al Dios Padre creador de cielo y tierra, junto a Jesucristo que nació de María virgen y junto al Espíritu Santo presente en la Iglesia y la vida eterna. Pero esta afirmación de Poncio Pilato en el credo, más allá de afirmar la historicidad de la figura de Jesús, indica que Jesús fue víctima de las fasces del Imperio romano.

 

Y aunque a lo largo de la historia, la Iglesia lamentablemente ha sucumbido muchas veces al autoritarismo, al fundamentalismo, a la autorreferencialidad y al clericalismo, no podemos olvidar que los mártires de los primeros siglos murieron por negarse a quemar incienso ante la imagen del César, ya que para ellos Jesús era el único Salvador y Señor, el único Kyrios.

 

Actualmente el Papa Francisco condena el clericalismo como “la lepra de la Iglesia”, defiende una Iglesia pobre y de puertas abiertas, poliédrica y pirámide invertida con el pueblo arriba y la jerarquía abajo, una Iglesia que profesa la misericordia, el cuidado de la casa común, la libertad, la opción por los pobres y descartados y la alegría del evangelio. 

 

Estamos ante los antípodas de una extrema derecha fascista. Que la extrema derecha no invoque raíces cristianas, ni confunda al pueblo para formar una ultra derecha cristiana y eclesial. Jesús no se adhirió jamás a lo que luego se llamaría fascismo, sino que fue víctima del poder de las fasces del Imperio romano, bajo el poder de Poncio Pilato.

 

 

Imagen: https://elpais.com/elpais/2018/10/28/contrapuntos/1540687510_196909.html 

 

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