Hermano y compañero Lula. El mismo compromiso 50 años después

20 de Abril de 2018

[Por: Francisco Bosch | Militante cristiano]




“Nos muestran en su más alto grado el significado de la palabra hermano, tan valorado en las relaciones afectivas del ser nacional. Más aun, ellos (Raúl y Fidel) junto a  los hombres y mujeres que trajeron la revolución hasta aquí nos dan la clave de una hermandad nueva, forjada en las resistencias y los combates compartidos que nos transformaron en compañeros y compañeras”.

Palabras del flamante Presidente del Consejo de Estado y de Ministros, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, jueves 19 de abril, primer discurso como jefe de Estado de la República de Cuba.

 

NuestrAmérica ha sido la tierra fecunda donde floreció una manera particular de vincular la fe y la vida. Las travesuras de Dios han hecho de este lado del mundo un rincón donde no es posible separar la lucha de la fe. Es esta complicidad fundamental la que historiza en NuestrAmérica el hermano como compañero, y el compañero como hermano: una antropología creyente y militante desde los sueños compartidos. 

 

Una geografía, dos rostros y la esperanza que se organiza cincuenta años después de Medellín:

 

Una geografía: El Brasil de la ‘Bancada Evangelica’

 

En el año 2015 las autoridades fiscales de Brasil informaron que las Iglesias Evangélicas del país movieron siete mil millones de dólares. Deberíamos haberlo visto: grupos económicos de derecha legitiman su acumulación con un discurso religioso que tiene profundas raíces en el imaginario popular. Llevan años en los barrios, en las casitas más sencillas, en la TV, en las radios y finalmente copan la asamblea legislativa: con 90 miembros entre las dos cámaras, el fundamentalismo religioso ocupa un lugar importante en el impeachment a Dilma y en la legitimación de la percusión del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. 

 

El imaginario religioso popular ha sido siempre un campo de disputa. Mas claro en NuestrAmérica que en otros rincones del mundo, una religiosidad de la liberación se enfrenta con una espiritualidad desencarnada y alienante. Están en juego dos experiencias de Dios, dos tradiciones, dos formas de vivir y entender la fe, dos cosmovisiones, dos comprensiones opuestas de las religaciones fundamentales que sostienen la vida. Este es hoy uno de los campos de lucha fundamentales en NuestrAmérica, como lo muestra dramáticamente el caso brasilero y la nefasta legitimación religiosa del saqueo neoliberal en toda la región.

 

Dos rostros: Un fraile contra el hambre y un barbudo que espera 

 

Un presidente metalúrgico, sin más títulos que sus luchas, coloca al frente de su proyecto estrella a un fraile dominico. El programa hambre cero es responsabilidad, en gran parte, de Frei Beto. Un fraile que acompañó a Lula las dos veces que este fue detenido, un hombre sumamente crítico de los poderes de turno (incluso del PT), pero con una gran claridad para decidir de qué lado de la historia pararse. 

 

En dos oportunidades, Frei Beto fue compañero del encarcelado, rezó con él, lo acompañó y decidió sembrar su fe de ese lado de la grieta. Es el proceso popular de un presidente trabajar que llegó al poder desde las bases sindicales de una de las patrias más desiguales del planeta, y que gran parte del pueblo creyente decidió abrazar. Ese abrazo es el de estos dos grandes amigos, el de la fe y la política. 

 

Con Lula ya preso, el camino hacia octubre se complejiza y los ánimos se caldean. Es allí donde aparece un anciano de barba blanca, sentado en una sillita, de espaldas a los policías federales que están a punto de negarle la entrada para visitar al expresidente. 

 

Leonardo Boff es uno de los grandes padres de una teología Nuestramericana, una palabra de Dios sembrada. Esta teología de la liberación es uno de los frutos maduros más bellos de la tradición cristiana: la fe cristiana implica el seguimiento de Jesús, es decir, un compromiso transformador de la realidad desde lxs excluidxs de este mundo. Descubrir a Jesús en el rostro de los hermanos y compañeras de abajo, de los que no cuentan, de las descartadas. Tantos años de estudio y palabras de Leonardo, para aparecer ahora como un abuelito que espera visitar a un ser amado, tantas palabras para ahora terminar convirtiéndose en un símbolo. 

 

Las mismas razones 50 años después…

 

El último día de agosto comienza un congreso de Amerindia en El Salvador, 50 años después de la Conferencia Episcopal de Medellín. ¿Qué tiene que decir hoy al mundo un encuentro de teología? ¿Qué sentido tiene? ¿Con que afán se construye un espacio de Juventudes por otros mundos posibles?

 

Esas preguntas inundaban mi cabeza en el caminar y militar diario, en el cansancio de tantos viernes santos, en las alegrías de algunas chispas cotidianas y clandestinas de resurrección. En medio de esos pensares me encontré con la foto de Leonardo. Sentado, con la policía cerca, a la espera. Como quien sabe que el camino es largo, sostenido por su bastoncito, ajetreado de tanto andar, mas no cansado. Lo imaginé con su humor, con su capacidad de escucha, con sus preguntas hondas. Lo imaginé con ganas de preguntarle a Lula ‘¿Cómo anda su alma?’, como lo había hecho la noche anterior a su encarcelamiento. Lo imagine rezando con Él en la prisión, como han sabido orar en estos largos años de lucha compartida.  

 

Y allí cobró sentido la fiesta del encuentro que estamos preparando para con-memorar Medellín: es el mismo compromiso de militantes creyentes por un mundo nuevo, es el mismo abrazo entre fe y lucha el que nos encuentra 50 años después para seguir organizando la esperanza

 

Porque en tiempos que amenaza tormenta, lo mejor es encontrarnos juntos y construyendo nuevas resistencias. Porque hoy como ayer se trata de ser tan compañeros como hermanos, tan hermanos como compañeros…

 

 

Imagen de Eduardo Matysiak

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