En Porto Alegre: no es ser petista, es ser justo y defender la democracia

23 de Enero de 2018

[Por: Leonardo Boff | Texto en español y en portugués]




El juicio de Lula por el juez de primera instancia, Sergio Moro, y su argumentación final están llenos de vacío de pruebas concretas. Abundan las deducciones y convicciones subjetivas, inapropiadas al ethos de un juez imparcial. No se acusa a Lula de tener cuentas en el exterior, que nunca tuvo, ni de haber desviado fortunas del erario en beneficio propio. Nada de eso. Se trata de un apartamento de tres pisos en Guarujá sin mayores calificaciones y de una finca en Atibaia, modesta, como modesta era la vida de su esposa Marisa Leticia que, hija de agricultores, le gustaba cultivar la tierra.

 

Las alegadas intervenciones de Lula junto a Petrobrás en favor de la constructora OAS, que a cambio le habría dado un triplex en Guarujá-SP, no se confirmaron. La solución fue entonces la invención de una justificación esdrújula y hasta vergonzosa para un juez mínimamente serio. Escribió: «si no hubo intervención de Lula, hubo sí un acto de oficio indeterminado». Esto vale decir: un acto no conocido y por eso inexistente. ¿Cómo puede un juez decidir sobre algo que él mismo no conoce? La situación colocó al juez Moro en dificultades cuando se hizo público que la OAS en negocios hechos en Brasilia empeñó el apartamento de Guarujá, signo de posesión y dominio del inmueble. Por lo tanto, no podía ser de Lula. 

 

El hecho es que no se ha identificado ningún crimen de Lula, mucho menos cuentas en offshores.

 

Lo que quedó claro como la luz del sol es la voluntad condenatoria del juez Sergio Moro y de aquellos en cuyo nombre está actuando: las clases adineradas, el PSDB y parte significativa del PMDB con Temer al frente.

 

No se puede usar metáforas y ocultar el discurso con malabarismos. Tenemos que decir abiertamente que hubo un golpe parlamentario-jurídico-mediático, hegemonizado por los grupos altamente adinerados (0,05% de la población) que controlan gran parte del área económica y mantiene al Estado rehén de los altos intereses que le cobra para que pueda cerrar sus cuentas.

 

La verdad cristalina es que la elite dominante (según L.G.Belluzzo, no es élite, sólo hay ricos) comenzó a darse cuenta de que elpoder proveniente del piso de abajo, con Lula, el PT y aliados, podría consolidarse y cambiar el rumbo del país con políticas sociales de inclusión de millones de pobres, amenazando así sus privilegios. Organizaron un golpe como siempre han hecho en la historia. 

 

No hay que olvidar la afirmación muchas veces repetida de Darcy Ribeiro que nuestras clases opulentas y dominantes son las más reaccionarias y antisociales del mundo. Nunca pensaron un Brasil para todos; ni siquiera tienen un proyecto de nación. Están contentos con lo que el Pentágono (que también está implicado en el golpe, según fuentes fidedignas) y las grandes corporaciones mundiales están imponiendo: la recolonización de toda América Latina, particularmente de Brasil. A estos, en la división mundial del trabajo, les cabe ser sólo exportadores de commodities. Este proyecto asumido por los que dieron el golpe no está sólo privatizando los bienes públicos. Están desnacionalizando nuestro parque industrial, el petróleo y otros commons brasileros. Están desmontando el país. El objetivo es abrir espacio a las grandes corporaciones a costa de la disminución del Estado, para que ocupen nuestro mercado de 200 millones de consumidores y puedan acumular excesivamente a costa nuestra.

 

Alguien con más autoridad que yo, el economista Luiz Gonzaga Belluzo, en una entrevista, fue al núcleo de la cuestión: 

 

El crimen de Lula en realidad fue dirigir un gobierno vuelto hacia los más pobres, un gobierno más popular y soberano, yeso, amigos y amigas, jamás será aceptado por la Casa Grande. Defender a Lula es defender la historia, es defender la justicia. No es ser petista, es ser justo.

 

Lo que se juega el 24 de enero en Porto Alegre con los tres jueces de segunda instancia que van a juzgar a Lula es la definición del futuro de nuestro país: si aceptamos ser nuevamente colonia o si rechazamos ese proyecto indigno y llevamos adelante el sueño de tantos años y ahora reforzado de refundar en el Atlántico Sur un país robusto, autónomo, social y justo que se propone sanar la herida que sangra hasta el día de hoy: millones y millones de personas, víctimas de la Casa Grande de ayer y de hoy, los abandonados por ser considerados ceros económicos, en su mayoría hijos e hijas de la senzala, ante los cuales tenemos una deuda humanitaria hasta hoy nunca saldada. 

 

El pueblo está callado, pero está atento. Conoce los derechos que le han sido secuestrados y la carga que se le quiere poner en la espalda. Dependiendo de la decisión de los jueces de segunda instancia en Porto Alegre puede haber una especie de desbordamiento imparable.

 

A los jueces les recuerdo sólo las palabras de la Revelación: “La ira de Dios vendrá sobre aquellos que en la injusticia aprisionan la verdad” (Romanos 1,18). El instrumento de la ira de Dios será, esta vez, la acción indignada del pueblo. 

 

Por lo tanto, señores jueces, traten de juzgar según la justicia para escapar de la ira de Dios y del furor del pueblo indignado.

 

*Leonardo Boff ha escrito: Brasil: concluir la refundación o prolongar la dependencia, que saldrá publicado por la editorial Vozes a finales de febrero.

 

Traducción de Maria José Gavito Milano

 

 

Em Porto Alegre: não é ser petista, é ser justo e defender a democracia

 

O julgamento de Lula pelo juiz de primeira instância, Sérgio Moro e a sua arguição final estão repletos de vazios de provas concretas. Abundam ilações e convicções subjetivas, impróprias ao ethos de um juiz imparcial. Não se acusa Lula por ter contas no exterior que nunca teve nem de ter desviado fortunas do erário em benefício próprio. Nada disso. Trata-se de um triplex em Guarujá sem maiores qualificações e de um sítio em Atibaia, modesto, como modesta era a vida da esposa  Maria Letícia que, filha de agricultores, gostava de mexer na terra.

 

As alegadas intervenções de Lula junto a Petrobrás, em favor da OAS que em troca teria dado a cobertura triplex em Guarujá-SP não se confirmaram. A solução foi então a invenção de uma justificativa exdrúxula e até vergonhosa para um juíz minimamente sério. Escreveu: “se não houve intervenção de Lula, houve, sim, “um ato de ofício indeterminado”. Isso vale dizer: um ato não conhecido e por isso inexistente. Como pode um juiz decidir sobre algo que ele mesmo não conhece? A situação colocou o juiz Moro em maus lençóis  quando veio a público que a OAS penhorou o apartamento de Guarujá em negócios feitos em Brasilia, sinal de posse e domínio do imóvel. Portanto, não podia ser de Lula.

 

O fato é que não foi identificado nenhum crime de Lula, muito menos contas em offshores. O que ficou claro como a luz do Sol é a vontade condenatória do juiz Sérgio Moro e daqueles em nome dos quais está atuando: as classes endinheiradas, o PSDB e parte significativa do PMDB com Temer à frente.

 

Não dá para usar metáforas e esconder o discurso com malabarismos. Temos que dizer abertamente que houve um golpe parlamentar-jurídico-mediático, hegemonizado pelos grupos altamente endinheirados (0,05% da população) que controlam grande parte da área econômica e mantém o Estado refém dos altos juros que lhe cobra para que possa fechar suas contas.

 

A verdade cristalina é que a elite dominante (segundo L.G.Belluzzo, nem elite é, há apenas ricos) começou a dar-se conta de que o poder vindo do andar de baixo, por Lula, o PT e aliados, poderia consolidar-se e mudar o rumo do país com políticas sociais de inclusão de milhões de pobres e assim ameaçar seus privilégios. Arquitetaram um golpe, como aliás, sempre fizeram na história.

 

Não há que esquecer a afirmação muitas vezes repetida de Darcy Ribeiro que nossas classes opulentas e dominantes são as mais reacionárias e anti-sociais do mundo. Nunca pensaram um Brasil para todos; sequer possuem um projeto de nação. Estão contentes com o que o Pentágono (que está também envolvido no golpe, segundo fontes fidedignas) e as grandes corporações mundais estão impondo: a reconolização de toda a América Latina, particularmente, do Brasil. A estes cabe, na divisão mundial do trabalho, o de serem apenas exportadores de commodities. Este projeto assumido pelos que deram o golpe, não estão apenas privatizando os bens públicos. Estão denacionalizando nosso parque industrial, o petróleo e outros commons brasileiros. Estão desmontando o país. O objetivo é deixar espaço aberto às grandes corporações, à custa da diminuição do Estado, para que ocupem nosso mercado de 200 milhões de consumidores e possam acumular à tripa forra.

 

Alguém com mais autoridade que eu, o economista Luiz Gonzaga Belluzo, numa entrevista, foi ao cerne da questão: 

 

'O crime de Lula, na verdade, foi comandar um governo voltado para os mais pobres, um governo mais popular e soberano e isso, amigos e amigas, jamais será aceito pela Casa Grande. Defender Lula é defender a história, é defender a justiça. Não é ser petista, é ser justo”.

 

O que se joga no dia 24 de janeiro em Porto Alegre com os três desembarcadores que vão julgar Lula é a definição do futuro de nosso país: se aceitamos ser novamente colônias ou se rejeitamos esse projeto indigno ou levarmos avante o sonho de tantos anos e agora reforçado, de refundar no Atlântico Sul um país robusto, autônomo, social e justo que se propõe sanar a ferida que sangra até os dias de hoje: os milhões e milhões, vítimas da Casa Grande de ontem e de hoje, os abandonados por serem considerados zeros econômicos, em sua maioria, filhos e filhas da senzala face aos quais temos uma dúvida humanitária até hoje nunca saldada.

 

O povo está calado, mas não desatento. Sabe dos direitos que lhe foram sequestrados e da carga de se lhe quer colocar nas costas. Dependendo da decisão dos desembargadores de Porto Alegre - uma justiça de lobos? - poderá haver uma espécie de estouro da boiada.

 

Aos juizes apenas lembro as palavras da Revelação: “A ira de Deus virá sobre aqueles que na injustiça  aprisionam a verdade” (Romanos 1,18). O instrumento da ira de Deus será, desta vez, a ação irascível do povo.

 

Portanto, desembargadores, tratem de julgar segundo a justiça para escaparem da ira de Deus e do furor do povo indignado.

 

 

Leonardo Boff escreveu: Brasil: concluir a refundação ou prolongar a dependência, a sair pela Vozes em fins de fevereiro.

 

 

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